SEÑAL DE AJUSTE
Las otras son cornalitos
Beto Casella volvió a la pantalla de canal 9 con "Bendita TV".Foto: Archivo El Litoral

A falta de mayor visibilidad propia, Dios nos habría enviado a Moria Casán para recordarnos la insignificancia de los seres humanos. Y la vedette acuñó la gran frase del verano cuando, refiriéndose a la falta de brillo de la temporada teatral marplatense, declaró que "no hay estrellas, hay cornalitos", evitando con inteligencia el convencional "bagres" para referirse a las colegas que bullen exigiendo un espacio que Moria no cede, llamándola "vieja" y pidiendo que se retire, como si fuera un obispo que ha cumplido los 75 años.

Con ella como invitada se inauguró una nueva temporada de "Bendita TV", es decir, el programa donde Beto Casella ofrece su versión más bien penosa de Pettinato. Como se sabe, es uno de los tantos envíos parasitarios en el cual la serpiente se come la cola, o sea donde la televisión se repasa a sí misma, una enfermedad que ha sido señalada como la actividad ilegal de empresas que se apoderan de los productos de otras para lucrar, y sin pagar derechos. Pero se trata de una interpretación equivocada: sería como prohibirnos el aire que respiramos.

LA AGONIA DEL 9

Es posible que la continuidad de "Bendita TV" sea producto de la inercia de un canal que, como el 9, agoniza lentamente, sin que nadie diga nada acerca del trágico destino del monumento creado por Romay. Actualmente pertenece al empresario mexicano Angel González González, a quien apodaron con justicia "El Fantasma". Canal 9, alguna vez una señal vibrante, hoy está invadido por telenovelas cuyos personajes hablan con distintos acentos latinos, como un catálogo de la riqueza de la lengua en nuestro continente.

De los panelistas del año pasado solamente quedó Fabián Doman, el periodista que pudo haber llegado a ser un Eduardo Feinman, de no ser por esos párpados caídos que transmiten una sensación de adormilamiento. Se le añadieron Edith Hermida y Greta Rodríquez, que intentan sumarse a la legión de chicas impetuosas, y el Toti Ciliberto, que interpreta a un peronista.

En cuanto a Beto Casella, creyó que se podía ser un conductor solvente sin guionistas ingeniosos, y que bastaba con colocarse gafas estrafalarias. Cultiva el estilo cínico de Jorge Rial, y le han aparecido enemigos como el despreciable chef Nino Dolce, que en una renovación de sus remeras el año pasado lo atacó con una que llevaba la leyenda "Beto Casella se mangia gli spaguetti" (*).

El mejor informe fue sobre Mirtha Legrand, que apenas se tomó unos días de enero y reapareció en un hotel de Mar del Plata donde, una vez terminado el programa, aparece en una terraza para saludar a la multitud que exhibe carteles de sus lugares de origen, aún los oprobiosos. El ritual se fue prolongando, con astucia, hasta constituirse en un show con números musicales. Bien, descubrieron que cuando Legrand aparece en la terraza, ya no lleva los anillos que luce en el almuerzo. Razonablemente, se protege de sus propios admiradores, cuyas manos estrecha, y que podrían incluir ladrones profesionales de joyas.

CON MORIA

Aunque el pensamiento de Moria Casán se encuentra muy a la derecha de Luis Patti, en la farándula aún no ha nacido quien pueda replicar a su ingenio verbal. Ha sido definida como la "gran abastecedora de temas", sea por su inteligencia creativa o por la pobreza intelectual de los argentinos.

Con abundantes abalorios, entre ellos una pulsera de la cual colgaban todos los santos, flaca, ofreció el secreto de su longevidad artística y mediática: un cuidado constante de su personaje, ya que se trata a sí misma como a un caballo de carrera. En lo físico, una vez por semana deja su cuerpo en el taller, donde, entre otras cosas le eliminan la celulitis con una nueva máquina. Pero también hay autoproducción mental, ya que siempre renueva su discurso para no repetirse en sus apariciones mediáticas, contó. No es poco: requiere pensar.

No quiso atacar ni defenderse de nadie, ya que es consciente de que el amor y el odio son las caras de "esta profesión", aunque desdeñó a Celina Rucci, su enemiga de los últimos días, como una "patotera oportunista con cara de tránsito lento". También afirmó que la temporada en Mar del Plata es un fracaso, sin duda porque, por primera vez en las últimas décadas ella se quedó trabajando en Buenos Aires. Evitó contestar sobre Cristina Fernández, pero dijo que "había que ser un poco más amigos de Estados Unidos", ya que siempre hay que pedirles algo: en cierta forma, es la visión de una vividora. Sin embargo, a su lado, las demás son cornalitos.

(*) En traducción a nuestro idioma vulgar: "Beto Casella se come la masita".

ROBERTO MAURER