Dos mujeres, un destino
Por Ana María Zancada

El año 2007 terminó con un atentado a nivel internacional que conmovió por las circunstancias que lo rodearon: el asesinato de Benazir Bhutto. Y no podemos dejar de hacer un paralelo con otra mujer que murió en circunstancias parecidas: Indira Gandhi.

Asia es un continente convulsionado y densamente poblado. Hay pobreza, analfabetismo y la población, por millones, ocupa territorios que frecuentemente son azotados por vendavales destructivos que no hacen más que demostrar la consecuencia de una devastación sin control.

India

La República de la India es la tercera población musulmana en el mundo, pero se profesan siete religiones, se expresan en catorce idiomas y doscientos cincuenta dialectos y su sociedad está cruelmente dividida en castas.

El 30 de enero de 1948 era asesinado el Mahatma Gandhi, uno de los mártires de la paz. Pero el nombre Gandhi no desapareció de la historia de la India. Indira Nehru Gandhi nació con un sino: el del poder y la política. Su padre, Jawaharlal Nehru, encabezó a la recién nacida nación, como primer ministro, durante los primeros 17 años de lograr la independencia de Gran Bretaña, en 1947. En realidad Nehru, fue el único de la dinastía que murió pacíficamente en su lecho.

Indira recibió una esmerada educación, no muy común para una mujer en ese país y para esa época, había nacido en 1917, y completó su educación en Oxford. Concluida su formación regresó a su país y trabajó junto a su padre, luchando intensamente por consolidar la independencia, consciente de la falta de educación y preparación, de la pobreza, el analfabetismo y sobre todo la existencia de castas que confinaban a la mayoría de la población a una vida sin futuro.

En 1959, fue elegida presidenta del partido y, en 1964, fue nombrada ministra de Información y Radiodifusión. Tenía entonces menos de 40 años y ya se había casado con Feroze Gandhi, sin parentesco alguno con Mahatma.

En 1966, asumió el cargo de primera ministra de su país, siendo la primera mujer en ocupar ese sitial. Apenas un año más tarde sufrió el primer atentado. Mientras tanto fue acusada de autoritarismo y abuso de poder. En 1968, su hijo preferido, el que había sido elegido para sucederla en el poder, murió en un accidente aéreo. Sanjay era el hombre "indicado" para seguir con la política de su madre, también lo fue para el dedo del destino.

Preámbulo del fin

En 1983, Indira ordena la represión de una oleada de violencia protagonizada por los feroces sikhs. Un año después se produce una nueva rebelión de la secta y en un encuentro sangriento, muere un millar de adeptos. Los sikhs, famosos por su dureza y belicosidad, juran venganza.

Indira tenía miembros de esta secta en su guardia personal. Fue advertida del peligro, pero desoyó los consejos y no tomó precauciones. Segura de sí misma, de su ascendencia sobre su pueblo amaneció el 31 de octubre de 1984. Siguiendo su rutina, se dispuso a comenzar el día con una caminata por sus jardines. Al salir, saludó con la mano a sus guardias. Sorpresivamente y sin que ella o alguno de sus allegados pudiese hacer nada, cayó acribillada por doce balazos. Su guardia personal la había traicionado, cumpliendo con el juramento de venganza.

Horas después de su asesinato, su hijo Rajiv, que hasta ese momento se dedicaba despreocupadamente a la aviación deportiva, debió hacerse cargo del gobierno. Con mano temblorosa encendió la pira donde se incineró a su madre. No podía imaginar que muy poco tiempo después, en 1991, su destino cerraría el círculo de los Gandhi, muriendo también en un atentado. Hoy, por primera vez en su historia, India tiene una presidenta elegida democráticamente. Se trata de Pratibha Patil, de 72 años. Desde su nuevo lugar de trabajo, tal vez recuerde una de las frases que repetía sin cesar Indira Gandhi: "No hay peor contaminación que la pobreza".

Destinos sangrientos

En Pakistán, Benazir Bhutto siguió fielmente la promesa que le hizo a su padre, Zulficar Alí Bhutto. Éste fue derrocado, condenado y ahorcado. Benazir ocupó en varias ocasiones el cargo de primera ministra en Pakistán. Como Indira, fue pionera en el cargo, en sociedades donde la mujer ni siquiera era considerada como ser humano. Como Indira, Benazir fue acusada de corrupción y nepotismo. Estuvo encarcelada, sufrió el exilio y volvió a su país prometiendo un cambio y un futuro esperanzado para un país sumido en la pobreza. Benazir Bhutto fue la primera mujer en asumir el cargo de primera ministra en un país musulmán.

El mismo día de su regreso, el 8 de octubre de 2007, cuando participaba de la caravana de bienvenida, salió ilesa por milagro de un atentado que se cobró cientos de muertos. Pakistán, un país empobrecido, violento y peligroso, es el objetivo de la política exterior de Estados Unidos que apoya al dictador y coqueteaba con la posibilidad de que Benazir compartiese el poder con él luego de las elecciones, a lo que ésta se negó. "Nuestro país está viviendo tiempos oscuros y debemos unir fuerzas contra la dictadura", agregó. Luego, el atentado que en diciembre pasado dejó consternado al mundo.

Su hijo Bilawal Bhutto Zardari, de 19 años, asumió inmediatamente la pesada carga de ser el sucesor de su madre al frente del PPP (Partido Popular de Pakistán), fundado en su momento por su abuelo.

Tanto Indira Gandhi como Benazir Bhutto quebraron la tradición de siglos, siguiendo un destino inexorable. Ambas gobernaron sentadas sobre un volcán. Las balas asesinas terminaron con sus vidas. La incomprensión, la ignorancia, lo más oscuro del ser humano, sigue abriéndose paso en un mundo que parece haber perdido la razón.