El modelo de acumulación económica y social
Entre el tren bala y la gente que pide en los semáforos
Cristina defiende el modelo y la adjudicación del tren rápido en los salones de la Casa Rosada. Foto: Archivo EL Litoral

El relato y las cuentas oficiales tienden a la autocomplacencia. De Estados Unidos podría venir un examen, y no es precisamente por Antonini.

"Impresionante". Así definió la presidenta Cristina Fernández de Kirchner los resultados del "modelo de acumulación económica y social" que su esposo inició en 2003 y que ella piensa proyectar hasta el bicentenario y más allá.

Fue el viernes, al encabezar el llamado a licitación para un sistema de interconexión eléctrica entre las zonas de Comahue y Cuyo, que la presidenta definió como "un salto a la modernidad", similar al Tren de Alta Velocidad (más conocido como tren bala) que adjudicó el miércoles último a la compañía francesa Alstom. Ambas obras deberían inaugurarse en 2010, el año del bicentenario, para el que Cristina prometió una Argentina diferente de la del ciclo de fracasos y euforias alternados y recurrentes.

La presidenta aseguró que el país, de hecho, ya venció ese enfermizo "stop and go" que ha caracterizado la historia económica del país. Así lo dijo, en inglés, citando a Guido di Tella, el mismo que, como canciller de Menem, acuñó la más picaresca frase "relaciones carnales" para referirse en ese caso a las relaciones de la Argentina menemista con Estados Unidos.

Todo eso quedó atrás, dijo Cristina. El modelo es sólido, afirmó, sustentado en un importante superávit fiscal, en un superávit comercial que en 2007 fue de más de 11.000 millones de dólares, y en mejoras económico-sociales palpables.

Verde, amarillo, rojo

La presidenta no se limitó a enumerar el aumento en los niveles de empleo, salarios y jubilaciones, sino que incluso notó que hoy en día "hay mucha menos gente pidiendo en los semáforos".

Ojalá fuera cierto. Es difícil medir a ojo y con precisión hasta dónde siguen calando la pobreza, la miseria y la exclusión en la Argentina. Más difícil aún debe ser hacer esa constatación a través de los vidrios polarizados de un auto oficial, el ambiente bucólico de una casona de dimensiones regias en el Calafate o las alturas de los helicópteros y los aviones presidenciales.

En todo caso, para que el núcleo de sus afirmaciones sea certero, es crucial que, efectivamente, el país haya dejado atrás su histórica montaña rusa, y el modelo de acumulación económica y social sea tan sólido como lo pintan los relatos oficiales, para usar una palabra cara al léxico de la presidenta.

Todo esto viene a cuento por las turbulencias que están ocurriendo y los cambios que pueden producirse en la economía internacional, la misma que -silenciosamente, con sus altos precios y su demanda firme y aparentemente sin límite para los productos que más y mejor elabora la Argentina, con sus generosas olas de liquidez y sus consecuentes bajas tasas de interés- ha facilitado el prodigioso crecimiento de los últimos cinco años.

El epicentro de esas turbulencias es, desde hace ya muchos meses, Estados Unidos, desde donde una crisis iniciada en el segmento de menor calidad del mercado hipotecario se fue transformando, primero, en crisis de liquidez y, últimamente, en julepe bancario global.

No son sensaciones. Los casi diarios anuncios de pérdidas multimillonarias de entidades como Citi (el banco más global del mundo) y nombres parecidos, que para muchos preanuncian cuanto menos un aterrizaje brusco en Estados Unidos, ha movido incluso a su presidente, George W. Bush, -más proclive a las cruzadas civilizatorias, las guerras al terrorismo y a las drogas y las rebajas de impuestos a los ricos, entre otros menesteres- a anunciar primero un plan de congelamiento de las tasas de interés hipotecarias y a apurar en los últimos días, ante las súplicas del propio titular de la Reserva Federal (Banco Central) de su país, un plan de estímulo para evitar la recesión.

El macho alfa

¿Por qué esto es importante? Bueno, porque, guste o no, EE.UU. es el macho alfa de la economía global. Recientes estudios del Fondo Monetario y el Banco Mundial han recalculado su peso específico, situándolo en 21,4 por ciento del PBI global contra -por caso- el 15,5 por ciento que representan China y la India sumadas.

Mucho se ha hablado en los últimos años del desacople, entendiendo por ello que la economía mundial podía, en cierta medida, independizarse de la suerte de la de Estados Unidos. Pero la experiencia histórica -resumida en aquella vieja frase de que cuando EE.UU. estornuda, algunos países directamente se resfrían- aconseja ser cautelosos. Ciertos analistas (como Stephen Roach, Paul Krugman, Nouriel Roubini y Robert Shiller) hablan incluso de la posibilidad de una recesión global.

Todo eso está fuera del control de la Argentina. Al respecto, el gobierno no puede más que hacer educados análisis o conjeturas. Es natural que la presidenta y el ministro de Economía aseguren que aquí no pasará nada, que esta vez es diferente, que el modelo de acumulación económica y social tiene una solidez que los anteriores no tenían. Y ahí es donde uno puede empezar a preocuparse, incluso por la descripción de las supuestas fortalezas.

Por caso, Cristina dijo el viernes que el superávit fiscal de 2007 fue de 3,2 por ciento, superior al 3,15 por ciento que se había presupuestado. Pero he aquí que casi un punto de ese superávit se debió a los cambios al sistema jubilatorio. ¿Es para tranquilizarse o para preocuparse que el estado argentino cuente como propio -y para peor, en su esquema de ingresos y gastos corrientes- dinero que supuestamente debe servir para pagar a los futuros jubilados?

En cuanto al superávit comercial, la lectura presidencial es aún más caprichosa. El saldo a favor de 2007 fue de más de 11.200 millones de dólares y podría haber sido superior, dijo Cristina, si en el invierno no hubiéramos tenido que importar combustible para suplir la cortedad de gas ante el frío de esa época.

Esa lectura es doblemente engañosa. La magnitud del saldo comercial -cuyo monto anual de hecho cayó- se debió a la suba de los precios internacionales de las materias primas, algo fuera de cualquier gestión o mérito oficial. De hecho, la cantidad de bienes y servicios que importa la Argentina aumentó el año pasado a un ritmo dos veces superior al que lo hicieron las cantidades que vende. En segundo lugar, la necesidad de importar combustible sí fue una consecuencia de la política energética oficial, no un hecho fortuito. En invierno, usualmente hace frío.

La lectura oficial de la realidad puede servir mientras dure el viento a favor. Es mejor entusiasmarse con los logros, que deprimirse por lo que falta. Pero si los vientos cambian, el examen será más exigente. En cualquier caso, siempre es mejor hacer las cuentas como son, no como uno quiere que sean.

Macri y el consorcio Veloxia

A través de su agencia de relaciones públicas, Socma (SOCiedades MAcri) se comunicó para informar que Iecsa, una de las empresas que integran el consorcio Veloxia, adjudicatario de la construcción del Tren de Alta Velocidad Buenos Aires-Rosario-Córdoba, ya no pertenece al grupo y por lo tanto es incorrecto afirmar, como hace una nota publicada en El Litoral el 16 de enero, que Franco Macri forme parte del proyecto. Iecsa y Creaurban fueron vendidas por Socma en febrero de 2007 al arquitecto Angelo Calcaterra, de la empresa familiar Calcaterra S.A.

Hecha la aclaración, dos precisiones son de rigor: 1) Previo al traspaso, Angelo Calcaterra ya tenía a su cargo el gerenciamiento de Iecsa y Creaurban; 2) el susodicho es sobrino de Franco Macri (hijo de Pia Macri, hermana del conocido empresario). Además, según un artículo publicado por la revista Noticias y no desmentido por la firma, Calcaterra hizo a través de CreaUrban un aporte de 398.942 pesos (apenas por debajo del límite legal) a la campaña electoral de Cristina Fernández de Kirchner.

El paquete de Bush

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, se mostró partidario de poner en marcha un paquete de medidas fiscales por un importe de 145.000 millones de dólares para reactivar la economía.

Bush defendió la necesidad de crear un paquete de medidas urgentes para evitar que la economía del país entre en recesión, como temen los expertos, y que debe incluir varias iniciativas de alivio fiscal, como devolución de impuestos e incentivos para la inversión.

En su alocución, Bush coincidió en que el plan debe ser "temporal", aunque tiene que ser puesto en marcha "de inmediato", ante la constancia del daño que está haciendo a la economía la crisis inmobiliaria, la restricción del crédito y el alto índice de desempleo.

En los últimos días varias firmas de inversión han anticipado que el crecimiento estadounidense en el último trimestre del año cayó del 4,9 al 1 por ciento, y han advertido que la economía puede entrar en recesión a lo largo del 2008.

Para evitarlo, el jefe de la Casa Blanca cree que debe ponerse en marcha un plan de medidas de reactivación que, al menos, suponga el 1 por ciento del Producto Interior Bruto, es decir, 145.000 millones de dólares.

Este paquete debe contar, en su opinión, con incentivos fiscales para que los negocios hagan nuevas inversiones, así como la devolución de impuestos para los particulares, aunque no especificó de cuánto debía ser el cheque que reciba cada familia.

En el año 2002, cuando el país estaba sufriendo todavía los efectos de la recesión de 2001 y de los ataques terroristas, el gobierno estadounidense aprobó una medida similar, que permitió a cada cabeza de familia recibir 600 dólares, o 300 si no tenía carga familiar.

"Si dejamos que los estadounidenses se queden con algo de dinero (de los impuestos), ello hará que aumente el consumo", dijo Bush, quien animó al Congreso a ponerse a trabajar en el plan de inmediato para que la "economía siga creciendo y creando empleos".

Sergio Serrichio (CMI)