Hace 30 años, el Vaticano evitó un conflicto armado por el Canal de Beagle.
Invitan al Papa a celebrar el acuerdo de paz con Chile
Tres décadas atrás los dos países hermanos eran conducidos por dictaduras militares que preparaban un escenario bélico y ya habían hecho cuantiosas compras de armamentos. La autoridad de la figura del Papa Juan Pablo II evitó un absurdo enfrentamiento.

Los gobiernos de Argentina y Chile realizan intensas gestiones diplomáticas ante el Vaticano para que las presidentas Cristina Fernández y Michelle Bachelet mantengan una audiencia privada conjunta con el papa Benedicto XVI, a fines de 2008.

El objetivo es cerrar con ese gesto la conmemoración por el trigésimo aniversario del inicio de la mediación del cardenal Antonio Samoré por el diferendo limítrofe del Canal de Beagle.

La iniciativa ya fue consensuada por las jefas de Estado, tras frustrarse la idea primigenia de que el Pontífice visite los dos países el año próximo. Ambas presidentas estiman que la recordación de aquella intervención del entonces papa Juan Pablo II, que evitó una guerra entre países hermanos, es una buena ocasión para promover "gestos bilaterales fuertes".

En Punta Arenas

"Se van a cumplir los 30 años desde que firmamos la paz y vamos a hacer un acto en una zona común entre Chile y Argentina", señaló la mandataria chilena durante la inauguración de una muestra Agro-Gastronómica en la austral región de Magallanes.

"Hemos invitado al secretario de Estado Vaticano y, quién sabe, en una de esas, nos sorprende el Papa y viene también, porque creemos que acá, en esta región, podemos efectivamente decir que tenemos un compromiso con la paz", agregó.

Las declaraciones las hizo Bachelet en la austral ciudad de Punta Arenas, a 2.400 kilómetros de Santiago, a la que viajó en una visita de trabajo que incluye actividades en otras localidades de la región de Magallanes.

Posible pero fuera de agenda

El cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado vaticano, fue quien el 14 de noviembre reveló en la Casa Rosada la intención de las primeras mandatarias de oficializar el convite, aunque puso las reservas del caso. "No sé si será posible, porque el Santo Padre ya tiene programado todos los viajes internacionales, pero la invitación es buena porque habla de la voluntad de luchar por la convivencia pacífica y la colaboración de los pueblos del sur de América", destacó el purpurado en su paso por el país.

Desde entonces los embajadores ante la Santa Sede trabajan en el plan B. Es decir, ponerle fecha al encuentro de Fernández y Bachelet con el Papa en el Vaticano, muy probablemente entre octubre y diciembre.

A pesar que la propuesta alternativa parece ir tomando forma, fuentes gubernamentales consultadas por DyN reconocieron que todavía no hay precisiones ni una fecha cierta para la reunión.

Particularidades

De concretarse, la visita de Bachelet y Fernández al Papa sería una acontecimiento sin precedentes, por varias razones. Una, que Benedicto XVI no acostumbra recibir a dos jefes de Estado en una misma audiencia en su biblioteca privada, por lo que en este caso haría una excepción. Otro punto llamativo es que sería la primera reunión oficial de un integrante del matrimonio presidencial argentino con el jefe de la Iglesia católica, dado que Néstor Kirchner se convirtió en el primer mandatario desde el advenimiento de la democracia en no hacerlo formalmente. Apenas cruzó un saludó de cortesía con Benedicto XVI cuando éste asumió su pontificado en abril de 2005. En tanto, para Bachelet, confesa evangélica, sería su segunda ocasión, tras la primera el 18 de octubre de 2007.

Fuentes cercanas al Episcopado argentino que encabeza el cardenal Jorge Bergoglio -con quien la primera magistrado intenta recomponer relaciones- admitieron a DyN "no tener noticias" sobre tales gestiones gubernamentales, aunque consideraron "loable" tanto que la Presidenta se entreviste con el Papa como su motivación.

Los obispos consultados negaron además sentirse "puenteados" por la Casa Rosada, una práctica habitual que mereció críticas durante la administración de Carlos Menem, quien por intervención de su operador Esteban Caselli llegó a tener -según quien las contabilice- 6 u 7 encuentros de distinto rango diplomático con Juan Pablo II. Por el contrario, evaluaron la idea como otro signo de distensión en la conflictiva relación Iglesia-gobierno.

Samoré

La mediación papal que evitó el conflicto armado de las dictaduras de Chile y Argentina tuvo un artífice casi desconocido por las crónicas de época: el extinto cardenal Raúl Primatesta, quien en un viaje fugaz a Roma se entrevistó con Juan Pablo II para transmitirle su preocupación por el inminente conflicto bélico, sobre todo porque dijo conocer la "actitud belicosa" de Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército. Recién entonces el Papa decidió intervenir en el conflicto suscitado por las dictaduras militares de Jorge Rafael Videla y Augusto Pinochet, y enviar a negociar al cardenal Antonio Samoré, quien en vísperas de la Navidad de 1978 pronunció la recordada frase: "Veo una lucecita de esperanza al final del túnel".

De la redacción de El Litoral/Dyn/Telam