La suba de los aceites, una piedra en el camino del biodiésel
Las grandes inversiones realizadas en la industria de biocombustibles de Argentina, fundamentalmente por las empresas aceiteras, comenzaron a rendir en el 2007. De acuerdo con las estadísticas que se disponen de la AFIP, se exportaron poco más de 314 mil toneladas el año pasado.

Juan Manuel Garzón

En base a este último dato y según las relaciones de transformación, se habría destinado el 4% de la soja que produce el país, a la producción de este biocombustible. Si se considera que la capacidad de producción estimada para este año será de entre un millón y 1,5 millón de toneladas, de acuerdo a previsiones públicas y privadas (es decir, entre tres y cinco veces lo exportado en el 2007), puede esperarse un fuerte crecimiento en la producción este año, siempre en la medida que persistan los incentivos económicos a convertir, primero soja en aceite y luego aceite en combustible.

Aceites, para arriba

Estos incentivos han disminuido fuertemente en estos últimos meses fruto de una corrida alcista del aceite de soja, cuyo precio de exportación en puertos argentinos excede al del propio biodiésel.

En efecto, la tonelada de aceite de soja vale en el mercado por encima de los mil dólares, mientras que las exportaciones declaradas de biodiésel se han hecho a precios inferiores a los 900 dólares. Esto resulta a priori paradójico debido a que, en la cadena productiva, el biodiésel está en una etapa posterior a la del aceite; el segundo es un insumo del primero. Para producir una tonelada de biodiésel se necesitan 1,14 tonelada de aceite de soja, más otros insumos y mano de obra. Nótese que esta inversión de los precios se comenzó a dar a partir de los meses de setiembre y octubre de 2007; antes de esa fecha, los precios tenían los niveles "correctos", mayor el del biodiésel que el del aceite.

La cuestión es que si bien el diésel ha subido no lo ha hecho en similar porcentaje que el aceite, al menos no ha sido el caso de EEUU. En ese país, el costo del diésel subió un 26 % respecto de un año atrás, pero el aceite de soja lo ha hecho en más del 50 %, y esta diferencia en el ritmo de crecimiento es la que ha generado el problema.

Soporte de subsidios

El punto anterior lleva a la segunda pregunta, el cómo ha hecho la industria de biodiésel para aguantar este fuerte cambio de precios relativos. Depende los países; en el caso de EEUU, la industria está siendo fuertemente subsidiada en forma explícita, el gobierno destina 0,26 dólar por cada litro de biodiésel producido por la industria (un dólar por galón); es decir, la industria recibe por cada litro que vende el precio de mercado más un subsidio que equivale a casi un tercio de este precio de mercado.

En la Argentina, la industria también se encuentra subsidiada aunque por un mecanismo indirecto, de tipo arancelario, que es el fuerte diferencial de derechos de exportación que paga el biodiésel y la soja o el biodiésel y el aceite.

Costo fiscal

Una cuestión no menor es que al igual que la medida del gobierno estadounidense, la promoción vía diferencial de alícuotas tiene un costo fiscal, que es el monto que se deja de recaudar cuando la soja o el aceite "salen" como biodiésel a un derecho de exportación significativamente menor.

Está claro que el actual contexto de precios relativos "invertidos" requiere de algún tipo de subsidio del Gobierno para hacer rentable la producción de biodiésel y permitir que las empresas que invirtieron en esta actividad puedan comenzar a recuperar parte de los fondos.

Filtraciones

Para el Gobierno este escenario de precios "invertidos" amplifica el costo fiscal que tiene el diferencial de derechos de exportación, debido a que se exporta un producto, el biodiésel, a menor precio y con menor carga tributaria respecto del precio y carga del producto de exportación, el aceite, en un contexto de impuestos nivelados. El interrogante es si estará dispuesto a permitir que esta "filtración" que sufren los derechos de exportación crezca con el tiempo, incluso hasta llegar a niveles significativos en términos de la recaudación del Estado.