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Naturaleza para todos los sentidos
Reserva Ecológica. En el predio ubicado en la Ciudad Universitaria se desarrolla, hasta el 9 de marzo, una actividad para grandes y especialmente para chicos, con visitas guiadas y un taller. "Permitido tocar" es una buena oportunidad para conocer y acercarse a especies de la fauna y la flora autóctonas. textos de Revista Nosotros.

El ruido del tránsito insiste en colarse en el predio cubierto de árboles y compite, sólo por momentos, con la música natural y llena de matices que aportan las distintas especies de aves. Pero una vez que comienza a recorrer el Camino de los Cuises, tuerce hacia el mirador "La Laguna" y sigue por los caminos tapizados de hojas y frutos de las decenas de árboles que sombrean el itinerario, el visitante se interna en las más de 12 hectáreas que componen la Reserva Ecológica y recibe una invitación única a mirar, oler y escuchar. Más tarde quedarán habilitados los demás sentidos.

Desde mediados de enero y hasta el 9 de marzo se desarrolla en el predio el ciclo "Permitido tocar", una propuesta que consiste en una recorrida por la reserva -con observación de flora y fauna- y una visita al centro de interpretación donde se concretan actividades participativas con frutos, plantas, sonidos, animales, cuentos y rompecabezas adecuados a la edad de los y las visitantes.

Para quienes aún no lo saben, la reserva está en Ciudad Universitaria y tiene su acceso por la Costanera Este. Fue creada en 1998 a partir de un convenio entre la Universidad Nacional del Litoral y la Fundación Hábitat & Desarrollo, y resulta "una oportunidad de acceder fácilmente a una porción de naturaleza típica de la selva en galería perteneciente al valle de inundación del Río Paraná", según explica el material de difusión.

Hoja de ruta

A escasos metros de la entrada y apostados a la vera del camino principal, los cuises reciben al visitante y se dejan ver, siempre que no se los moleste ni persiga. De todos los tamaños, estos roedores se refugian en los matorrales, donde construyen el nido en que tendrán a sus crías.

Antes de levantar la vista, vale la pena dejar que siga recorriendo el suelo: hojas de diferentes tamaños y colores, y frutos forman un tapíz natural y una invitación a investigar y comparar. Algunos de esos frutos son redondos y emiten un suave sonido al chocar sus semillas: pertenecen al aromito o espinillo, típico de la zona. Más adelante el timbó colorado también ha comenzado a desprender sus frutos, esos que le confieren a este especie el nombre de "oreja de negro" y que reconoce en su historia una leyenda, posible de descubrir en los carteles escritos e ilustrados a ese efecto.

Graduada en Lic. en Biodiversidad y Prof. de Biología, Clara explica que los temas del recorrido se organizan según el gusto y edad de los visitantes. Junto a Jésica y Rodrigo -estudiantes de la Licenciatura-, forma parte del equipo encargado de las visitas guiadas.

"Hay gente que se interesa más por las plantas y prefiere conocer cuáles son aromáticas y pueden utilizarse en la cocina; otros quieren información sobre los árboles. Otros más se interesan por cuestiones históricas y por la forma en que evolucionó el ambiente", resumen.

En cuanto a los chicos, coinciden en que el mayor interés lo despierta "todo aquello que se mueve", es decir los animales. Y fuera de mamíferos y reptiles, eligen la laguna para permanecer más tiempo. "Lo primero que preguntan es si hay iguanas y víboras". Hay, claro, lagartos overos (ese es, informan, el nombre adecuado de las primeras) porque en diciembre se liberó un grupo grande de ejemplares de esa especie, un animal característico de estos ambientes que suelen verse al sol, según la hora del día.

Con respecto a los árboles típicos, los guías relatarán que en la zona más alta predomina el espinillo o aromito, sobre todo en la entrada a la reserva. "Es un típico árbol pequeño que en primavera desprende un aroma muy perfumado (de ahí su denominación vulgar) y tanto se adapta al suelo árido o arenoso como resiste los anegamientos. También en las zonas altas predomina el ya mencionado timbó.

El seibo, el árbol de la flor nacional, también tiene protagonismo en el predio, junto a una síntesis de la leyenda que relata su origen.

En la zona más baja, camino a la laguna, predomina el sauce criollo, de la misma familia -aunque diferente- del sauce llorón y que se usa para fijar los suelos, y el aliso del río con sus características flores de color lila.

Un alto en el recorrido

La música, como se dijo, es ambiental: chicharras, zorzales, torcacitas, palomas caseras, cardenales, componen la sonora fauna que en esta época del año puebla la reserva, también utilizada por las tijeretas para reproducirse y después migrar.

En primavera es el turno de las golondrinas. "En el seibo es posible ver a la tacuarita azul y, en general, en la zona de montes, los pájaros más chicos a los que tal vez cueste divisar pero no oír".

Con sus grandes alas y su largo y curvo pico, el carao también es parte de la población permanente del espejo de agua. Precisamente, en la laguna, es posible encontrar aves más grandes y por lo tanto más fáciles de observar. En invierno, por ejemplo, la visitan las garzas blancas. En la otra laguna, que se conecta a la que es visible desde el mirador, predominan los coipos o falsas nutrias. En ocasiones, se dejan ver los patos. El sonido característico del gallito de agua se cuela varias veces en la charla.

Los guías coinciden en una recomendación, en especial para los chicos: además de ajustar el oído y prestar atención a los diferentes sonidos que regalan los animales de la reserva, llevar binoculares que, aunque no tengan tanta potencia, permiten tener una mirada más ajustada de las especies que pueblan el espacio verde y que varían según la época.

"Es que la reserva tiene sus límites -señalan las guías- pero para las aves está conectada con otros lugares; así que un día se ven y otros no. Además, la población animal y la vegetación cambian según las estaciones en un ciclo dinámico".

Del dicho al hecho

Después de la recorrida, en la que se recibió información y se pudo preguntar todo lo posible, el contingente se dirige al centro de visitantes. Una vez allí Alba Imhof, directora de la Carrera de Licenciatura en Biodiversidad de la UNL, coordina el taller que le da título al ciclo. "Permitido tocar". Y lo que se toca es aquello que puede ser retirado de la extensión verde pero sin producir ningún daño. Los distintos tipos de nidos llaman inmediatamente la atención de los chicos: "se pueden tocar y descubrir de qué material son". Sin embargo, son nidos que ya fueron abandonados y los huevos que pueden observarse pertenecen a crías ya nacidas.

También se muestran huellas de animales que los chicos tendrán que relacionar con las distintas especies, en base a la forma en que pisan, si tienen o no uñas o -si tuvieron suerte- asociando lo que vieron en el recorrido con las imágenes.

Adivinanzas, sonidos para identificar aves, la manipulación de distintas plantas para distinguir a las aromáticas de las que no lo son, crucigramas y otros recursos completan la actividad que se propuso para este verano, en el marco del ciclo Universidad Abierta por Vacaciones, para disfrutar de un espacio que, en realidad, está disponible todo el año.

Para tener en cuenta

Para disfrutar de la visita a la Reserva Ecológica se acordaron una serie de recomendaciones que conviene seguir.

En primer lugar, el guardaparques es la máxima autoridad dentro de los límites del predio. En cuanto a los visitantes que decidan llevar mascotas, deben hacerlo atadas con correas.

También se aconseja transitar por los senderos demarcados. Éstos van señalando distintos caminos y, en algunos tramos, se abren bajo la sombra de alguna especie para posibilitar el descanso de los caminantes.

Como en cualquier otro espacio público, se recomienda no arrojar residuos fuera de los cestos.

Para aprovechar de mejor manera la actividad, mantener silencio y prestar atención para observar de mejor manera a los animales.

Más allá del ciclo propuesto para este verano, para el resto del año los horarios habituales de visita son de miércoles a domingos, de 9.30 a 19.30. El ingreso es libre y gratuito. El teléfono es (0342) 497-1721.

La fauna

Mamíferos, reptiles, anfibios y aves constituyen básicamente la fauna de la Reserva Ecológica. El material de difusión que se distribuye en el centro de visitantes ayuda a reconocerlos. Entre los primeros es posible encontrar cuises, coipo o falsa nutria y comadreja overa. Entre los reptiles se menciona al ñacaniná. un ofidio inofensivo que vive cerca de terrenos inundados, y la tortuga de río, que puede verse tomando sol sobre troncos o vegetación acuática. Ranita del zarzal y sapo común completan la lista.

Entre las aves, predomina el carao, el gallito de agua, el gavilán caracolero, el hornero y la polla de agua.

La flora

Entre los árboles que sombrean el predio se destaca el timbó colorado, también conocido con el nombre de "oreja de negro", que en verano luce su follaje a pleno; el sauce criollo que llega a alcanzar los 18 metros mientras bordea el camino a la laguna; el ceibo, símbolo de la flor nacional, y el aromito, con su atractivas y perfumadas flores de color amarillo dorado.

Según las estaciones

Así como la vegetación se va modificando en los distintos tramos del año y las distintas especies se colman de hojas y flores o -por el contrario, se desprenden del follaje- algunos animales también integran un ciclo dinámico en el que la reserva es una escala dentro de intenso ciclo de reproducción y migración. Así es como las distintas aves, mamíferos o reptiles pueden verse y escucharse según las distintas épocas del año. Para aprender todo el año.