El desafío del secundario obligatorio

La Ley Nacional de Educación N° 26.206 -sancionada por el Congreso Nacional el 14 de diciembre de 2006- además de volver a la vieja estructura de primaria y secundaria, consagró la obligatoridad de la escuela media en todo su trayecto.

De esta manera, se establecieron 13 años de instrucción obligatoria. Falta ahora que la letra de la ley comience a cumplirse, y éste será uno de los mayores desafíos del gobierno.

La obligatoriedad del secundario no es un dilema para la clase media y alta, cuyos hijos transitan ese nivel como trampolín hacia la universidad. El punto crítico se encuentra en el sector más vulnerable de la población que hace tiempo abandonó la escuela o alterna períodos de asistencia con otros más extensos de ausencia, y cambios permanentes de institución educativa.

¿Cómo hacer que un adolescente pobre, que debe salir a buscar el sustento para su familia, se preocupe por terminar la secundaria? ¿Cómo interesarlo para que prosiga los estudios cuando quizá a los 16 años ya tiene hijos propios que mantener? ¿Cómo hace una familia rural sin recursos para pagar el transporte o un alquiler a los fines de que su hijo obtenga el certificado de 5to año?

Por ahora, en Santa Fe se comenzaron a crear terceros años del secundario en varias escuelas primarias que tenían hasta 9no de EGB. Esos establecimientos ubicados en zonas urbanas periféricas y en el campo se irán convirtiendo progresivamente en nuevas secundarias, justo en lugares donde no existe esta oferta educativa de carácter público.

Se busca, con esa medida, acercar la escuela a esos adolescentes que antes debían trasladarse para continuar el polimodal. El Ministerio de Educación calculó que unos 5 mil alumnos abandonan su escolaridad en la provincia tras cursar el 9°.

La meta de que todos los jóvenes estudien requerirá, sin dudas, de acciones contundentes. Primero, dotar de la infraestructura e inversión necesaria para reforzar ese nivel educativo. Segundo, generar políticas socioeducativas que garanticen el acceso, la permanencia y el egreso de los jóvenes. Pero también será requisito ineludible pensar en un proyecto de escuela media que forme ciudadanos de derecho, críticos y con un acervo de conocimientos que les permita -mínimamente- manejarse en el exigente mundo de la información.