Opinión: OPIN-04 Cristina tiene razón

La presidenta tiene razón; es difícil ser mujer. Sin ir más lejos, cuando su marido estaba en funciones, bañarse, ponerse el mismo traje cruzado todos los días, una corbata y peinarse le llevaría, con toda la furia, una hora, y estaba listo para salir al ruedo. A ella, lo mismo: depilarse, teñirse, someterse a interminables horas de spa, maquillarse, sentarse frente a su peluquero y elegir para cada día un modelo diferente, le debe consumir la mayor parte del día.

Es que las mujeres nacen bajo la consigna del sacrificio. En gran parte, el tamaño del martirio, se lo deben a las propias feministas. Antes las damas dedicaban todo el tiempo a sí mismas, mientras el señor proveía de alimentos y pagaba los gastos.

Hoy, además del karma de la estética, deben contribuir a la manutención del hogar o directamente tomar esa carga de manera exclusiva.

Sufrir, siempre sufrir. Desde chiquitas, mientras ellos se revuelcan en el barro y gritan como Tarzán, ellas deben proteger de las manchas al blanco vestido y mantener una conducta tan adecuada como el color de la prenda. Más tarde, menstruar las limita, ni hablar de embarazos o el dolor indescriptible de los partos. Amamantar las esclaviza; en tanto, el papá se limita a exhibir al bebé a sus amigos con orgullosa sonrisa. La visita al ginecólogo es un paso terrible: sienten lo mismo que debe sentir -si pudiese hacerlo- una res colgada de un gancho. Y deben repetir ese rito asiduamente. Depilarse es un acto masoquista. Deben estar a la moda, aunque eso implique, como será este año, usar unos horribles zapatos tan cómodos como botas de cemento. Y aunque se resistan deberán aceptarlo: eso es lo que los diseñadores mandan y lo único que conseguirán en las zapaterías.

Triste destino. Compiten contra los varones, contra el tiempo, contra ellas mismas y contra las otras.

Y como corolario, deben soportar cuando se enojan y gritan y sólo por tener una voz más fina, que las tilden de histéricas. Esos necios, no saben acerca de la histeria como patología. Simplifican la cuestión a la estupidez hipocrática que postulaba que ciertos comportamientos "anormales" femeninos, se debían a la falta de relaciones sexuales.