Un policía fue brutalmente asesinado una década atrás. Lo mataron a escopetazos y lo arrojaron a las aguas del río. De allí en más, sólo el silencio.
De la Redacción de El Litoral
Tras una década del cruento asesinato del cabo de policía Raúl Troncoso, ni sus pares ni la Justicia provincial han avanzado un ápice en el esclarecimiento. Así las cosas, su suegra, Ramona Rondán, continúa luchando contra los organismos del Estado, a los que les pide encarecidamente que investiguen el caso, fuertemente vinculado al narcotráfico. "Le pido a las nuevas autoridades que la muerte de mi yerno no quede impune", expresó Rondán.
El cabo Troncoso tenía 34 años cuando desapareció, el 2 de abril de 1998. Lo encontraron en aguas del río Colastiné, cuando su cadáver quedó prendido de un espinel de pescadores.
Tenía heridas de arma de fuego en la cara y las manos y una profunda incisión en el estómago. Cuando el caso salió a la luz hubo amenazas y presiones para lograr el silencio de sus familiares y amistades, pero su suegra continuó recorriendo tribunales para evitar que la causa se cierre a pesar de todo.
A su yerno lo mató "el negocio de la droga", aseguró la mujer en una entrevista pasada. Y desde el juzgado de Instrucción donde está la causa reconocieron tiempo atrás que la pista del narcotráfico era una de las posibilidades.
Se sospecha que Troncoso rozó los intereses de una banda mixta integrada por civiles y policías. Un día, nunca se conocieron los motivos, pagó con su vida esa aproximación.