Región: REG-14
Ganados y carnes
Efectos del apriete
El Gobierno espera que la combinación del cierre de las exportaciones con la orden bajada a los feedlots de vender hacienda a precios sugeridos termine por ahogar al mercado mayorista. Pero puede que muchos frigoríficos de los llamados exportadores dejen de operar y se resienta el abastecimiento interno.

Ignacio Iriarte

Finalmente llegó. Y en gran escala. El apriete fue a frigoríficos, productores, consignatarios, operadores de Liniers, exportadores y feedloteros. Nunca antes se había hecho con tanta fuerza y abarcando prácticamente a todos los sectores.

El objetivo es, al costo que sea, retrotraer los precios de la carne a los niveles previos al paro del campo. Las exportaciones están suspendidas, por lo que el Gobierno pierde el enorme volumen de cortes que las llamadas plantas exportadoras, que representan el 35 por ciento de la faena total del país, vuelcan a precios bajos al consumo local.

La industria que vende al exterior ha sido amenazada si concreta alguna suspensión o despido de personal. No se prevé que se vuelva a embarcar hasta principios de mayo, por lo que los exportadores, con las cámaras repletas y sin posibilidad de despachar la mercadería, están parando las faenas. Afuera, los precios internacionales de la carne vuelan, en buena medida por la autoexclusión argentina.

La idea es que la combinación del cierre de las exportaciones más la orden bajada a los feedlots de vender hacienda a los precios "sugeridos" (15 a 20 % inferiores a los valores actuales de mercado) a alguna cadena de supermercados, terminará por ahogar el mercado mayorista y en pocos días la caída en los valores permitirá al Gobierno "medir" precios más bajos en góndola.

Corto plazo

Pero puede pasar que muchos frigoríficos llamados exportadores, que en realidad vuelcan más del 50 % de la carne faenada en el mercado local, dejen de operar y en realidad se resienta el abastecimiento interno.

No hay que olvidar que la mayoría de las plantas frigoríficas más grandes del país son exportadoras, por lo que si paran, se resiente mucho la faena total. Ésta, que fue muy alta en los días posteriores al paro (había 600 mil cabezas acumuladas), ahora parece regularizarse, aunque sigue siendo alta, porque estamos en plena liquidación y es insuficiente para el extraordinario tono de la demanda local.

Puede que en el corto plazo se logre hacer retroceder el precio de la hacienda, pero hay que recordar un hecho que ya es un clásico de la economía ganadera: en el corto y mediano plazo, la carne al mostrador baja la mitad porcentualmente de lo que baja el valor de la hacienda. Y el precio en pie está bajando: puede calcularse que, con respecto a los picos de valores posteriores al paro, ya se redujo hasta 15 por ciento.

Los feedlots, de acuerdo a las intimaciones oficiales, ahora creen que ha llegado el momento tan temido que el Gobierno empiece a usar los subsidios para determinar a quién se le venderá el ganado encerrado y a qué valores.

Más liquidación, menos vacunación

Mientras tanto, la liquidación sigue su curso: Buenos Aires, el distrito más importante del país tiene 40 % del stock ganadero, muestra una caída en la vacunación contra la aftosa (segunda campaña de 2007) del orden de las 800 mil cabezas, con 350 mil vientres menos. Esta baja se agrega a las verificadas en Entre Ríos, Córdoba, La Pampa y Río Negro. Cuando todo se estabilice nuevamente, se volverá al escenario de los últimos meses: oferta alta, por efecto de la liquidación, pero que no alcanzará para un consumo que potencialmente se ubica por encima de los 70 kilos y una exportación que no se puede comprimir más. La fuerte intervención oficial vuelve a recorrer toda la cadena, con especial impacto sobre los criadores.