Sucesos: SUCE-05
Lo llamaban "El Faquir" o "El Quemado"
Horrible muerte de un preso en el barrio Las Flores II
El muerto pudo no ser una bella persona, pero sus matadores son monstruos. Un brutal crimen se consumó anoche junto a la pasarela de calle Estrada, frente al Club de Jubilados.

José Luis Pagés

Un presidiario que con permiso de salida se olvidó de regresar a la cárcel de Las Flores, el 4 de marzo, fue brutalmente asesinado anoche, a espaldas de Las Flores II, el barrio donde residía últimamente.

"El Quemado" o "El Faquir" Martiné fue encontrado, ya agonizante, por algunos vecinos que alrededor de las 21 se aventuraron a cruzar la pasarela de calle Estrada una vez que cesaron los estampidos de las armas de fuego.

Entonces, el cuadro que vieron las personas que pasaron sobre el zanjón que separa el vecindario del Club de Jubilados y la Radio de Frecuencia Modulada, sólo mostraba la silueta de un hombre sin rostro, un bulto sanguinolento en el cual jamás, alguien habría podido reconocer al nuevo vecino de la Torre 3.

Los empleados del Dipaes y los agentes de la Subcomisaría 3a. cargaron al herido y, aún con un hálito de vida, lo llevaron en dirección al hospital José María Cullen, pero a pesar de la premura habría de fallecer a poco de ingresar al mismo.

Los vecinos, los policías, los socorristas y también los agentes de Homicidios concluyeron, apenas observaron el ensañamiento demostrado por los asesinos, que el crimen obedecía a un ajuste de cuentas entre elementos del hampa y al parecer, no se equivocaron.

Poco después, Jefatura -Gabinete de Identificaciones- informaba sobre la identidad del occiso y los antecedentes que jalonaron su vida, como graves delitos contra la propiedad y las personas.

Luego, los asesinos de "El Faquir" o "El Quemado" como solían llamar a Martiné sus compañeros de prisión no podían ser ajenos al ambiente criminal.

Horas más tarde, ya entrada la madrugada de hoy, los agentes de la URI llegaron a Santo Tomé y cayeron sobre una casa de calle Vélez Sarsfield al 1000 para detener allí a dos individuos jóvenes y secuestrar un revólver calibre 32 largo.

Fuentes de la URI dijeron que entre los detenidos no estarían los autores materiales del crimen, pero dieron a entender que éstos habrían colaborado con aquéllos.

El hombre no habría muerto con la cabeza destrozada por uno o dos disparos de escopeta como se pensó en un primer momento, sino que el alevoso asesino le descargó en la cara, uno tras otro, todos los proyectiles que almacenaba el tambor de su revólver.

Los disparos a discreción, ejecutados a quemarropa y con absoluta sangre fría parecieron no satisfacer el instinto homicida, porque además el cuerpo de la víctima habría mostrado las huellas un castigo bestial. Con palos, piedras y cuchillos habrían partido los huesos de brazos y piernas del infortunado Martiné.

"El Faquir" o "El Quemado" era un hombre de 33 años, temido por imprevisible en su propio ambiente, "cualquier cosa, lo peor, podía esperarse de él en el momento menos pensado", recordó alguien que lo frecuentó una temporada tras las rejas. "Todos le tenían miedo', recordó.

Al apodo de "El Faquir" lo conquistó Martiné cuando en un desesperado intento de salir de la Comisaría 4a. se tragó una cuchara sopera. "La radiografía que mostraba la cuchara en el vientre del preso fue toda una curiosidad que corrió de mano en mano en los pasillos del hospital", recordó la misma fuente.

Más escabroso todavía es el origen de su otro apodo, "El Quemado". Se dice que Martiné en su afán por huir de la soledad al que lo condenaba su propio carácter, prendió fuego a un colchón y en la cárcel de Coronda sufrió gravísimas quemaduras que dejaron en su cuerpo huellas imborrables.

Ahora, el monstruo que terminó con la vida de Martiné, es buscado intensamente y una de tantas versiones circulantes le carga responsabilidad directa en otro resonante episodio criminal ocurrido en nuestra ciudad una semana atrás.