Región: REG-16
Una mirada distinta al amigo del hombre de campo
El caballo, la excusa para expresar un sentimiento
Miriam Basso es una artista plástica local que expresa en su arte una gran pasión por los caballos. Herencia de su infancia en el campo, el equino domina su permanente inspiración artística.

Campolitoral

El caballo ha sido a lo largo de la historia, la representación de la elegancia y de la nobleza en su sentido más amplio. "Caballero", era quien iba a caballo, un hombre de gran hidalguía y nobleza, un hombre que se portaba con nobleza y generosidad.

A través de los años, la participación del equino en la guerra y en la caza distinguió al animal de sus pares, colocándolo en un atril especial en la relación con el hombre. Luego del paso del tiempo, su uso militar se fue descartando, transformando viejas usanzas en actividades lúdicas que luego se instituyeron como actividades deportivas.

Francisco Portela Sandoval describe en una conferencia sobre historia del arte, que el arte es hijo de su tiempo. Por eso, con el transcurrir mismo de la historia, el ojo del hombre capturó esta especial relación en los distintos estilos artísticos que comenzaron en el mismo período neolítico, en frías cavernas que ya mostraban al hombre primitivo y al caballo.

Egipcios, griegos, romanos, bizantinos y musulmanes mostraron al animal en la función que desempeñaba en cada cultura. En las esculturas góticas, en los caudillos militares renacentistas, en la riqueza del barroco, se mostró la importancia del personaje a representar, siempre bien montado.

En nuestro país, el equino fue una pieza fundacional de las luchas intestinas y de la expansión agrícola, siendo reflejado por el ojo del artista a lo largo del tiempo.

Pasión de la infancia

Miriam Basso nació en Tostado, y a lo largo de su infancia, el campo y su entorno moldearon su carácter afable y tranquilo. El permanente contacto con el medio rural y los juegos de a caballo sembraron en su interior esa pasión que años después ella cultivaría dando rienda suelta a la pintura.

"Gracias a las técnicas aprendidas en el taller de Eugenio Wade pude pulir mi estilo, siendo la carbonilla mi preferida, ya que me permite reflejar de la mejor manera lo que pretendo", afirma "La Gringa", como todos la conocen.

"El caballo es un animal noble, y a través de la pintura puedo expresar todos mis estados de ánimo. Un día que estaba un poco deprimida me puse a pintar, y en media hora salió un tordillo que hoy forma parte de mi colección especial", admite, como si esto fuera lo más sencillo del mundo.

Miriam lleva la inspiración adentro, y se nutre de modelos que percibe a cada instante en nuestra vida cotidiana. Hasta los caballos de los los carros de los cirujas tienen cosas interesantes que Miriam observa con su mirada especial. "Estoy todo el tiempo mirando caballos, y por suerte ahora puedo volcar esa pasión a través de la pintura. Eso me hace bien, me permite comunicarme y expresar lo que siento", afirma.

A lo largo su vida, casi de manera inconciente, esta artista local fue acaparando bibliografía sobre el caballo, aprendiendo los secretos de cada pelaje y los usos y costumbres de cada lugar.

Gracias al apoyo recibido por Wade y su grupo, Miriam pudo ir volcando ese conocimiento y ahora expone sus cuadros, demostrando con orgullo el crecimiento de su obra. Si el arte es hijo de su tiempo, el trabajo de Miriam refleja los caballos de hoy en Santa Fe, en el campo y en la ciudad.