Sucesos: SUCE-02
Un caso que conmociona al mundo
El padre austríaco confiesa el incesto y secuestro de su hija durante 24 años
La esposa, de 69 años, se encontraría en un estado psicológico preocupante. Todos se preguntan cómo ella, los vecinos o las autoridades no detectaron lo que estaba sucediendo.

EFE/AFP

Josef Fritzl, acusado de haber encerrado en un sótano en la ciudad austríaca de Amstetten a su hija Elisabeth durante 24 años, haberla violado sistemáticamente y haber tenido con ella siete hijos, confesó hoy sus delitos ante la policía.

Peter Ficenc, responsable de la Fiscalía del Estado federado de Baja Austria en Sankt Pšlten, confirmó que el acusado "ha hecho una confesión exhaustiva".

Unas horas antes, el inspector jefe Leopold Etz, de la Oficina contra el Crimen de Baja Austria, había reconocido a la agencia austríaca APA que Fritzl confesaba tras negarse en un principio a declarar.

El agente explicó que "básicamente" el acusado reconocía su culpabilidad, aunque en "los detalles" difería de la versión manejada oficialmente hasta el momento.

Fritzl, un ingeniero jubilado de 73 años, fue detenido bajo fuertes sospechas de haber violado a su hija, que actualmente tiene 42 años, desde que tenía 11 y de mantenerla encerrada en un sótano desde agosto de 1984.

Según reveló a la prensa Gerhard Sedlacek, portavoz de la Fiscalía de Sankt Pšlten (capital del Estado federado de Baja Austria, donde está Amstetten), el detenido estaba en una comisaría de Policía, pero iba a ser trasladado hoy mismo al Tribunal Regional para declarar ante un juez en lo Penal.

Mientras, un equipo de 14 especialistas continuaba la búsqueda y los análisis de huellas en el "calabozo" subterráneo de varias habitaciones donde Elisabeth y tres de sus hijos han vivido.

Las autoridades reconocieron que quedan aún muchas cuestiones por aclarar, como, por ejemplo, la forma en que Fritzl atendía a su hija y a sus nietos-hijos con comida y vestimenta, o cómo fueron los siete partos de Elisabeth.

Según las fuentes, el pensionista detenido era un hombre "vital y activo", y que resulta un misterio cómo pudo soportar durante tanto tiempo la carga de mantener una doble vida sin que nadie a su alrededor lo notara, ni siquiera su mujer, Rosemarie, madre de Elisabeth.

Un país perplejo

Austria se preguntaba hoy cómo un hombre pudo esconder durante 24 años a su hija en un sótano de su casa, sin que su esposa, los vecinos ni las autoridades sospecharan absolutamente nada.

Este drama, digno de una película de terror, salió a la luz el sábado gracias a las indagaciones de un hospital en el que había ingresado uno de los jóvenes secuestrados, Kerstin, de 19 años, que sufre una misteriosa enfermedad. Los médicos querían localizar a su madre para diagnosticar su mal.

Pero, según constaba en los actos oficiales, la madre, Elisabeth Fritzl, había desaparecido oficialmente en 1984 tras caer en las redes de una secta.

En realidad, se encontraba secuestrada por su padre en uno de sus sótanos.

De los seis hijos que tuvo con su padre además del que falleció, tres fueron adoptados por Josef Fritzl y su esposa, Rosemarie, mientras que los otros tres permanecieron en el sótano.

Los bebés habían sido depositados con varios años de diferencia en la entrada del domicilio junto a una carta de su madre asegurando que no podía cuidarlos. Un sofisticado plan preparado por el propio Josef.

Elisabeth y sus hijos se encuentran en estos momentos bajo observación en una unidad psiquiátrica de la clínica regional y su estado de salud parece ser satisfactorio.

En cambio, su esposa Rosemarie, de 69 años, se encontraría en un estado psicológico preocupante, según el responsable de los servicios sociales de Amstetten, Heinz Lenz.

Antecedente.

Este caso recuerda al de Natascha Kampusch, secuestrada por un desequilibrado cuando iba de camino a la escuela a la edad de 10 años en marzo de 1998. Su cautiverio, en un sótano de las afueras de Viena, duró más de ocho años, hasta el día que logró escapar, en agosto de 2006.

Un perfil espeluznante

Josef Fritzl, de 73 años, que según confesó retuvo a su hija secuestrada desde 1984 en el sótano de su casa y le engendró siete hijos, se perfila, según las primeras investigaciones, como el autor de una puesta en escena diabólica sin precedentes en la historia de Austria.

Este electricista de formación que trabajó en una empresa de materiales de construcción, ideó una puesta en escena altamente sofisticada.

Al secuestrar a su hija en 1984, explicó a la policía que había caído en las redes de una secta y como prueba, hizo escribir a Elisabeth una carta dirigida a sus padres pidiéndole que cesaran en su empeño de encontrarla.

Padre de familia autoritario, prohibió estrictamente a todo su entorno visitar el sótano, alegando que se trataba de su taller.

Todas las noches, aportaba comida a su hija y a tres de sus hijos, mientras que para los otros tres orquestó un plan para revelar su existencia y adoptarlos en tanto era el abuelo.

Los tres fueron depositados a los pocos meses de nacer en la puerta de su domicilio, junto a cartas escritas por Elisabeth. Una de ellas, de 1993, rezaba: "El bebé tiene nueve meses, tendrá una vida mejor con su abuelo y abuela que conmigo".

Heinz Lenze, uno de los responsables de los servicios administrativos de Amstetten, reconoció que a los servicios sociales "nunca se les ocurrió buscar en la casa cada vez que un niño era depositado ante la puerta de sus abuelos".

Los tres, dos niños y una niña, fueron inscritos en la escuela donde sacan buenas notas.

Según uno de los compañeros de clase, interrogado por la televisión ORF, estaba claro que la madre había desaparecido, pero nadie abordaba el tema y además "la abuela había recomendado no hablar de ello".