María Constanza -formada en la UNL y en la Universidad Católica, con varias muestras nacionales e internacionales en su haber- explica claramente sus trabajos: "Durante el proceso del dibujo, la tinta crece como una semilla sobre la tela guiada por las sutiles ramificaciones del árbol. A través del ejercicio de contemplación implicado en este proceso, la "caprichosidad' de las formas me revela la presencia de tensiones que sostienen y empujan al ser-árbol en el transcurso de su destino, transformándolo en un ser único y perfecto".

Ella piensa en hojas que ya no están, raíces de alcance impensado, corrientes vitales y semillas que viajan a tierras lejanas buscando un suelo fértil y que tienen que morir para nacer, que "me ponen en presencia del misterio cósmico de la vida, muerte y transformación, que es ciclo activo y todas estas cosas que no puedo ver son en él".

La línea dibujada sobre la imagen fotográfica recorre el camino de estas reflexiones, "partiendo desde ese fragmento de lo visible capturado en la imagen y extendiéndose hacia el espacio en blanco que la rodea, sobre el que explora algunas de estas presencias ausentes involucradas en su existencia".