Opinión: OPIN-01 Un sector en la ilegalidad

Empezaron deambulando por las zonas céntricas de la ciudad, ofreciendo todo tipo de productos a los caminantes. Su presencia se multiplicó en los peores momentos de la crisis económica, cuando los índices oficiales de desocupación superaban el 25 por ciento.

Luego decidieron instalarse y ocupar el espacio público de la Plaza del Soldado de manera permanente. El municipio los intimó a abandonar ese sitio y comenzaron a vender sobre las angostas veredas de calle San Jerónimo.

La situación se complicó de tal manera que las autoridades optaron por ofrecerles la posibilidad de instalarse en el parque Alberdi, por entonces una zona poco transitada del centro santafesino.

Pero en las últimas horas, la Municipalidad los intimó para que abandonen ese lugar y se trasladen a un edificio ubicado en Rivadavia 2747.

Los vendedores ambulantes de finales de los noventa ya no son los que eran por entonces. Una vez que la crisis económica quedó atrás, la actividad se fue desarrollando de tal manera que dejaron de ser aquellos caminantes que deambulaban ofreciendo sus mercaderías, para transformarse en verdaderos empresarios, que durante los últimos años usufructuaron el espacio público, contrataron empleados para que trabajaran por ellos y aprovecharon la falta de controles sobre productos falsificados o de contrabando.

En definitiva, crecieron gracias a una actividad basada en la ilegalidad y amparada por decisiones oficiales que se tomaron en momentos difíciles, cuando resultaba imprescindible encontrar salidas ante una crisis que carcomía a la sociedad.

Hoy ni siquiera queda del todo claro quiénes son los verdaderos propietarios de algunos puestos. Pero eso no es todo: se verificó la existencia de conexiones eléctricas cladestinas, destruyeron columnas de alumbrado y paradas de colectivos, taparon cámaras de inspección, construyeron pisos de material sobre la plaza, corrieron una columna de granito de su emplazamiento original y destrozaron las restantes.

Además, el desarrollo de la ciudad hizo que creciera de manera importante la presencia de transeúntes por este sector que, incluso, adquiere una importancia estratégica como área de intermediación entre la peatonal San Martín y la zona portuaria, que está siendo reconvertida y que en poco tiempo estará integrada al espacio urbano, gracias al desarrollo del plan director.

Como si todo esto no fuera suficiente, desde hace años las asociaciones de comerciantes vienen denunciando una fuerte competencia planteada desde estos puestos de manera desigual, ya que sus propietarios no deben hacer frente a obligaciones impositivas que recaen sobre el resto de la actividad formal.

En definitiva, resulta imprescindible que la Municipalidad avance en su proyecto de trasladar estos puestos hacia otro punto de la ciudad y que, en este proceso, se determine quiénes son los verdaderos empresarios, se investigue la procedencia de los productos y se tomen las medidas necesarias para terminar con las condiciones que plantean una creciente deslealtad comercial.