Escenarios & Sociedad: SOCI-01
Por el canal Warner
Terminator en una serie
El original. Arnold Schwarzenegger y su ya mítico personaje son la inspiración del programa emitido por el canal Warner. Foto: Archivo El Litoral.

Arnold Schwarzenegger y su ya mítico personaje son la inspiración del programa que se emite los miércoles, titulado "Terminator, los diarios de Sarah Connor". En él, un sistema informático -Skynet- declara en 2011 la guerra a la humanidad. Los juegos en el tiempo, un atrativo del género.

Mientras se discute quién será la actriz que acompañará a Laport en la nueva tira de Quique Estevanez para Telefé, o qué pareja baila menos peor ante Tinelli, parece más impresionante la aparición de máquinas de inteligencia artificial empeñadas en la aniquilación del mundo, como sucede desde el miércoles en "Terminator, los diarios de Sarah Connor", que acaba de estrenar el canal Warner. Por supuesto, se inspira en la película de electrizante comienzo, con Arnold Schwarzenegger abriéndose paso en la noche de Los Angeles, recién llegado del futuro con una misión que en ese momento no era la de convertirse en gobernador de California, aunque lo haya logrado, sino la de eliminar a la joven embarazada de un mesías, o impedir que el mismo llegue a los 33 años, si uno piensa en casos previos.

Los diarios de Sarah Connor (Lena Heady) narran lo que sucede entre la segunda película y la siguiente de la saga. Su hijo John (Thomas Dekker, de "Héroes") ya tiene 15 años y, como se sabe, en el futuro será líder de la resistencia humana frente a los robots sublevados en 2011, que envían al presente a sus máquinas de matar con envoltura de gente común, aunque les cuesta pasar desapercibidos, porque cada vez que se lastiman a través de las heridas se ve su esqueleto de fierro. El primer episodio de la serie comenzó en 1999, y luego salta al 2007, como si los títulos logrados por Boca en ese período no existieran.

A ese año llegan madre e hijo con la ayuda de una joven y bella robot (Summer Glau) que vino desde el 2027 para ayudarlos en este compromiso gravoso de salvar a la humanidad, que, por cierto, supera las expectativas de personas comunes, de clase media, como los Connor, y que se convierte en una mochila demasiado pesada, si se tiene en cuenta que no solamente son fugitivos de androides del futuro, sino también del FBI, que considera a Sarah como una loca peligrosa. La chica cyber se llama Cameron, un homenaje al director de la película original, y ha sido enviada desde el futuro por el propio John, para cuidar de sí mismo en su adolescencia de héroe cachorro.

UN CACHO DE TEORÍA DE LA RELATIVIDAD

El apocalipsis será provocado por Skynet, un sistema informático que en 2011 declara la guerra a la humanidad, y cuyo inventor será el objetivo actual de la chica robot, ya que su eliminación evitaría la catástrofe futura.

Estos juegos en el tiempo constituyen un atractivo del género, por las paradojas que plantea la posibilidad de que el presente pueda ser modificado desde un futuro que tiene la ventaja de conocer el pasado, invitando a preguntarse cómo es posible que, si desde el porvenir se puede cambiar el pasado para que el futuro no sea el mismo, ese futuro que quiere intervenir el presente pueda albergar semejante propósito cuando ya no es igual, a menos que existan mundos alternativos, como en el control de la tele, que nos habilita maravillosamente a pasar de un canal a otro.

La inventiva de los libretistas de series de ciencia ficción ha sido excitada por la creencia de que las partículas materiales, cuando se desplazan por el espacio-tiempo, se mueven hacia adelante en el tiempo y hacia un lado y otro del espacio, pero el eminente físico Stephen Hawking es escéptico en cuanto a los viajes en el tiempo, apelando al sentido común de un vendedor callejero: si no han aparecido turistas del futuro, es porque no los hay.

En esta respetuosa franquicia de "Terminator" se nos advierte que "el juicio final está muy cerca", como algunos predicadores impacientes sostienen, en tanto la protagonista nos repite una frase de interés cotidiano y alcance universal: "Nadie está a salvo, nunca".

ROBERTO MAURER