Opinión: OPIN-04 Los dilemas de un tiempo difícil

El fin de semana se conoció un caso espeluznante: una niña de apenas dos años había sido golpeada brutalmente y ahorcada hasta morir. Se habló de violación y de alguien del barrio que reunía todos los elementos para ser el sospechoso. Entonces vecinos enfurecidos tomaron la justicia en sus manos, señalaron al presunto asesino y procedieron a ajustar cuentas con él. Luego, con el correr de las horas, se pudo establecer que los ejecutores de semejante acto eran dos niños -hermanos- de 8 y 9 años. Semejante horror es difícil de procesar. Por un lado, no es frecuente que una nena de apenas dos años deambule sola para hacer mandados -según su madre- por ninguna calle de ningún lugar. Los riesgos del "afuera" son muchos y aunque nadie prevea semejante ataque, otros peligros están latentes. Por otro, el hecho de que un juez haya determinado que los infantes asesinos estaban plenamente conscientes de lo que hacían y de que eso era malo, habla de la habitualidad con la que en muchos hogares se vive la violencia.

Sin profundizar en este hecho en particular, a diario encontramos otros casos que son la viva prueba del desquicio social que nos afecta.

Si bien hay que luchar para revertir situaciones de este tipo y cada uno desde su lugar debe aportar caminos posibles, la realidad muestra lo difícil del intento. No hay clase social que escape. Los grupos humanos perdieron cohesión, pocas cosas los unen; a veces se juntan pero sólo por cuestiones del momento cuyo nudo es la conveniencia. Las sociedades se desparraman, nada las aglutina y el egoísmo es la cualidad distintiva. El consumismo ha pasado a ocupar el podio que antes pertenecía a los valores que se transmitían de generación en generación. La exposición de objetos es tan amplia y diversa que se roba y se mata para obtener lo deseado. Fuera de miradas apocalípticas, la cuestión pasa por saber cómo, de qué manera, se puede aprender a convivir con este fenómeno terminal mientras por un lado hay muchos capaces y dispuestos para el cambio, al tiempo que coexisten factores que incentivan una sociedad violenta.