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CULTURA
Aquella niña prodigio
Shirley Temple y su efímero estrellato. La niña que deslumbraba desde la pantalla grande de Hollywood allá por los años treinta habría cumplido 80 años. Su imagen de nena coqueta y carismática quedó en la retina del gran público, aunque su carrera cinematográfica fuera breve y, en definitiva, se redujera a un producto de esa convulsionada época. textos de Juana María Arnaud.

En 1933 el presidente Roosevelt llegaba a la Casa Blanca llevando consigo su voluntad de erradicar definitivamente los vestigios de la crisis de 1929, ésa que tanto había repercutido en el campo económico, político y social de los Estados Unidos. Bajo el signo del New Deal, ensayó la recomposición de un maltrecho estado de cosas, a la vez que procuraba sustraer de una realidad poco reconfortante a vastos sectores de una sociedad conmovida por no pocas angustias materiales y las que conllevan estas situaciones.

Y el cine tuvo una participación importante dentro de esos objetivos propulsados desde los centros mismos del poder. Un cine que aportó a mucha gente la cuota de escapismo, de fantasía. Y para velar por el cumplimiento exhaustivo de esas y otras premisas (muchas de ellas dotadas de sibilinas intencionalidades ideológicas y moralizantes) estaba el censor Will H. Hays.

Puede decirse que Shirley Temple comenzó como bailarina y, artísticamente, fue un típico producto de esa época, incluyendo el cine que entonces se auspiciaba. Las circunstancias y quienes manejaban la industria del espectáculo la convirtieron en la actriz infantil más popular de la historia del séptimo arte. Prueba de ello fue que, entre 1935 y 1938, fue la atracción número uno de la pantalla estadounidense, la figura más taquillera y capaz de haber relegado a segundos planos a luminarias como Marlene Dietrich, Clak Gable, Bette Davis, Carole Lombard o Spencer Tracy.

La niña coqueta y carismática

En los años treinta surgieron los productos Temple, muñecas incluidas, como nuestras contemporáneas Barbies (o las Susana Giménez, pero de corta duración en el mercado de hace unos años).

Desde entones su éxito no tuvo precedentes, tampoco su desenvoltura como intérprete; al punto de que el escritor Graham Greene llegó a insinuar que esa niña coqueta y carismática podía ser una persona adulta hábilmente camuflada. Pero no sólo Graham Greene sugirió esto, sino también otras personalidades del momento, que resultaron sorprendidas por los recursos artísticos esgrimidos por la pequeña Shirley.

Aquella niño había nacido en la californiana Santa Mónica el 23 de abril de 1928 el pasado abril se habrían cumplido 80 años de su natalicio-, y a los 4 años su madre la introdujo en los mecanismos cinematográficos, donde llegó a intervenir en los cortos de la serie "Baby burlesk". Su primer papel de consideración lo tuvo cuando contaba tan sólo cuatro años, en "The red-aired alibi", pero ni ella ni la película llamaron demasiado la atención. Dos años después, con "Stand up and cheer", donde la precoz intérprete cantaba y bailaba, llegó a ser sensación. Tenía 6 años y súbitamente había saltado al estrellato.

La 20th. Century Fox la contrató en exclusividad y trató de sacar el mayor provecho de ella, haciéndola intervenir en varios filmes de cierta relevancia producidos por esa compañía. Semejante esfuerzo le valió un reconocimiento especial de la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood por su contribución al cine de entretenimiento.

El ocaso de una estrella

Pero, por esa época, ella ya era una figura cuya notoriedad había pasado del campo cinematográfico para internarse en el sociológico. Muchas madres soñaban con que sus hijas fueran como ella, que tuvieran su desenvoltura, sus encantos y su gracia, y hasta trataban de vestir a sus hijas como lo hacía ella.

Viendo hoy algunas de sus películas, uno se percata de que éstas se ajustaban a un esquema de seguro efecto, en el que aparecía como una jovencita sensible y perspicaz, que permitía que las cosas y los enredos llegaran a buen término, que concluyeran en un invariable happy end.

Sus éxitos fueron muchos (podría decirse que la mayor parte de su producción), entre ellos se destacaron "La pequeña coronela", "Poor little rich girl" o "El ídolo del regimiento", según un relato del famoso Rudyard Kipling, a la que Shirley llegó a considerar su película favorita y hasta una versión de "Heidy". Mientras tanto, muñecas, libros prolijamente ilustrados, posters, revistas y muchos otros productos con su imagen se habían convertido en un negocio paralelo y, obviamente, redituable.

Pero a los diez años, en la plenitud de su capacidad, comenzó su descenso paulatino. Llegó a filmar algunas obras bastante destacadas, entre ellas "La pequeña princesa" o "El pájaro azul", inspirada en una obra de Maurice Maeterlinck, pero su estrella ya había comenzado a palidecer.

Posteriormente, Shirley abandonó la Fox y se incorporó a la Metro Goldwyn Mayer, donde filmó representando a una teenager en "Desde que te fuiste", pero su encanto, ese que cautivó a multitudes, ya había desaparecido.

Con intermitencia, continuó filmando hasta 1949, cuando hace su última película, pero ya el boom de esa estrellita había terminado. Quizá convencida de que su futuro no se vislumbraba como muy venturoso en el ámbito profesional, optó por retirarse definitivamente.

Sus dos amores

Tenía entonces tan sólo veintiún años y hacía tres que había contraído matrimonio con el actor John Agar, con el que tuvo una hija. Pero, con el tiempo, Shirley Temple volvió a ganar notoriedad, pero esta vez no como actriz sino como militante política.

Entonces, a esta republicana de ideas poco progresistas se la escuchó protestar contra las películas suecas (a las que tildaba de inmorales) que, por supuesto, no tenían nada que ver con las interpretadas por la niña de la década del treinta, aunque sus ideas, sus principios, seguían respondiendo a una formación, a una cultura asimilada en su frívola infancia. Cuando se la modeló de acuerdo con las necesidades de una época y de los postulados que se hacían necesario propiciar.

Incursión en la diplomacia

EN LA ONU

En su momento, el presidente Richard Nixon nombró a Shirley Temple delegada en las Naciones Unidas, mientras que también fue embajadora en Ghana y en Checoslovaquia. Ya por entonces, divorciada de John Agar, se casó con un empresario televisivo con el que tuvo otros dos hijos.

Shirley Jane Temple, que falleció el 4 de agosto de 2005, obtuvo doctorados honorarios en la Universidad de Santa Clara y en la Lehigh University, además de una beca del College of Notre Dame y un Chubb Fellowship de la Universidad de Yale.