Economía: ECON-02
Coyuntura
La hora de todas las dudas
Tratar de advertir tendencias al comenzar el presente mes de junio es tan difícil como intentar ver en la más completa oscuridad. A los problemas estructurales que se acumulan, se suma ahora el probable impacto económico del conflicto agrario. Lo concreto es que las proyecciones a largo plazo se desdibujan.

Félix Canale

Desde que comenzó el conflicto entre el sector agropecuario y el gobierno nacional, el discurso oficial profundizó su cuestionamiento a la prensa, por su manera de construir "el relato de la realidad". Tanto desde las esferas gubernamentales Äincluida la presidencia de la RepúblicaÄ como desde la agrupación política actualmente en el poder, se acusa a los medios de difundir, con particular empeño, aquellas informaciones que contradicen "la historia oficial" sobre la marcha del país.

En un análisis objetivo debe admitirse que muchos medios y periodistas vienen ejerciendo, no desde ahora, una frontal crítica política. En tales términos, el gobierno y los sectores que lo apoyan están en su derecho a confrontar esas posiciones. Pero ese derecho deja de tener validez cuando la razón política ejercida desde el poder lleva a manipular, desvirtuar o, sencillamente, esconder cifras y estadísticas.

Se atribuye a Jorge Luis Borges haber dicho que la estadística no es una rama de la ética. No tiene por qué serlo y es prudente que no lo sea, porque la estadística es un espejo de la realidad, independientemente del juicio de valor que de ella surja. Pero sí puede exigirse, a quienes son responsables de elaborar y proporcionar estadísticas que reflejan la marcha de la economía, la cuota de ética requerida para no esconder o manipular los datos fehacientes.

Hoy por hoy, el centro icónico de la cuestión es el Indec, aunque no es el único caso. La manipulación de las cifras del organismo nacional encargado de proporcionar certezas lo sumerge en una total falta de credibilidad. La consecuencia ha sido la existencia de 2 mediciones, una en blanco (oficial del Indec) y otra en negro, elaborada por estudios privados y universidades también privadas.

Lo funesto de esta modalidad es que las mediciones privadas no siempre son coincidentes entre sí, pese a lo cual los partícipes centrales de la economía, empresarios, sindicatos y consumidores, sustentan en ellas la defensa de sus respectivos intereses. Algo que está indicando que "el relato oficial" ha dejado de ser confiable y, aquí sí, el cuestionamiento es ético.

En un sondeo de la consultora SEL entre 150 directivos de grandes firmas, el 94 por ciento consideró a las estadísticas oficiales como nada o poco confiables. La investigación sostiene que el descreimiento aumenta las expectativas inflacionarias y afecta a todo el sistema estadístico.

Industria y salarios

De acuerdo con las últimas encuestas del Observatorio Pyme de la UIA, 93 por ciento de los industriales consultados señaló que su principal problema era el aumento de las materias primas, en tanto 82 por ciento se mostró preocupado por el incremento de los costos salariales.

Esta opinión fue vertida cuando desde el gobierno nacional se "acordaba" con Hugo Moyano, referente principal de la CGT, un piso salarial de 19 por ciento. En ese mismo tiempo, la UIA sugería "prudencia" y anunciaba que cualquier incremento por sobre el 12 por ciento Äque luego se extendió a 15 %Ä tendría consecuencias inflacionarias y que, además, recortaría la ya mermada rentabilidad industrial. Todo eso quedó atrás.

Tal como lo pronosticara el experto laboral Julián de Diego (El Litoral, 21 de abril de 2008), durante el segundo cuatrimestre, el piso de incrementos pautado entre el gobierno y la CGT fue perforado. El jueves pasado el sector alimentación llegó a un acuerdo paritario, estipulando un aumento salarial promedio de 31 por ciento, que se eleva a 34 por ciento para los salarios básicos de la categoría inferior. Días antes, la Unión Obrera Metalúrgica pactó una recomposición promedio de 30 por ciento (32 % para las categorías más bajas), en tanto Smata (mecánicos), entre aumentos y adicionales obtuvo casi 35 por ciento de mejora. Deben sumarse la industria frigorífica (32%) y la avícola, con 31 por ciento.

Refiriéndose al tercer cuatrimestre, dijo De Diego en aquella oportunidad: "Voy a tratar de decirlo en forma muy respetuosa: va a pasar de todo. Porque, si el efecto inflacionario sigue operando, los acuerdos que se han firmado no van a alcanzar". Está por verse si su pronóstico se cumple, pero, por lo pronto, los gremios que aceptaron firmar con una referencia de 19 % sienten que han quedado rezagados y no descartan volver a negociar hacia octubre de este año.

¿Llega el frío?

A Martín Lousteau lo echaron del Ministerio de Hacienda, entre otros motivos, por su idea de enfriar la economía para contener la inflación. La tesis central del actual modelo es mantener activada la demanda, dando así lugar a un continuo crecimiento de la actividad manufacturera. Es cierto que la industria Ähasta ahoraÄ no ha dejado de crecer, pero para los expertos existen signos de que la economía se está enfriando sola.

Los mayores síntomas de esta tendencia se observan en todos los negocios que de alguna manera se relacionan con la actividad agropecuaria, en los que ya son un hecho el freno de las ventas y la lentitud de la cadena de pagos. Aunque eso podría ser superado si se logra un acuerdo con el campo. Lo que debe agregarse como novedoso es la progresiva migración del consumo hacia segundas marcas, cuando hasta hace poco el fenómeno era inverso.

Otro dato sobre el enfriamiento puede buscarse en el último Índice de Confianza de los Consumidores (ICC), distribuido la semana pasada por el Centro de Investigación en Finanzas (CIF), de la Universidad Torcuato di Tella. De acuerdo con la encuesta, en mayo, el ICC a escala nacional cayó 11,6 %, con lo que en los pasados 12 meses ya acumula un retroceso de 23,8 %, el más bajo de los últimos 5 años.

En tanto, durante el mes de mayo, la inflación esperada por el público para los próximos 12 meses Äsiempre según las encuestas del CIFÄ se ubica en 36,5% , es decir 3,7 puntos porcentuales más que la registrada en abril. Alguien podría cuestionar un pronóstico de tan mal agüero. Pero en las empresas admiten que los aumentos pactados en las paritarias todavía no se han reflejado en los precios. La incidencia recién comenzaría a sentirse en los próximos 60 días.