Información General: INFO-01
Glamour en la pantalla grande
Moda y cine: negocios cruzados
Por apenas 1.200 euros, ya está a la venta la famosa chaqueta de Indiana Jones, que lanzó al mercado la marca británica Belstaff. Lo que nadie podrá garantizarle al comprador es si le quedará tan bien como a Harrison Ford. Foto: Agencia EFE- Archivo El Litoral.. 

Hace poco apareció en las vidrieras, a un costo de 1.200 euros, la "Indy Jacket", la chaqueta que Indiana Jones popularizó en sus exóticas aventuras. Lo que comenzó accidentalmente con Clark Gable, se extendió hoy con figuras tales como Tom Cruise y Keanu Reeves.

Mateo Sancho Cardiel (EFE)

La chaqueta de Indiana Jones ya está a la venta gracias a la marca británica Belstaff, que apunta al imán para el dinero del famoso arqueólogo cinematográfico y también al poder que la pantalla ha tenido, desde Clark Gable a Keanu Reeves, sobre las ventas de ropa.

En esta ocasión, la llamada "Indy Jacket" cuesta unos 1.200 euros, pues tiene ese plus de glamour a prueba de todo tipo de aventuras, desde la búsqueda del Arca de la Alianza a la muy rentable Calavera de Cristal.

Pero ya que el personaje de Harrison Ford ha vuelto para dejar la posta al joven Shia LaBeouf, la firma de las Midlands también incluye en su catálogo la chamarra de cuero negro de su personaje, cuyo estilo motoquero es en realidad un "revival" de la que Marlon Brando convirtió en ícono en "The Wild One" (1953).

Dos años antes, el propio Brando había levantado las ventas de las camisetas con "A Streetcar Named Desire", al embutir en ella la rudeza pusilánime de Stanley Kowalski, que empapaba la prenda de sudor y transparentaba su torso mientras llamaba a gritos a Estela, su mujer.

En 1954, James Dean también popularizaría la misma prenda, pero bajo la chamarra, como símbolo de los "rebeldes sin causa".

Era, en realidad, el acto de reconciliación del mundo del celuloide con la industria de esta básica prenda, que había sufrido un mazazo en 1934 cuando Clark Gable, en el éxito sorpresa de "It happened One Night", de Frank Capra, mientras se desvestía de espaldas a Claudette Colbert descubría a los espectadores que se podía prescindir de la camiseta interior.

Así, la demanda de las mismas se desvaneció, el contacto directo de la piel con la camisa se hizo un símbolo de virilidad y, en realidad, el origen de tal moda se debió a que en las primeras tomas Gable no acertaba a quitársela con agilidad y la escena quedaba demasiado larga.

Intereses por dos

Casos como éste han provocado un doble interés: el de las firmas de moda hacia el cine y el de los productores de películas hacia la industria textil y, de esta manera, la adaptación del libro de Scott Fitzgerald "The Great Gatsby" (1974), fue lanzada como un proyecto dispuesto a marcar tendencias.

Uno de los pilares fundamentales de la promoción fue el exquisito "look" de Robert Redford y Mia Farrow, que recuperaba la suntuosidad que floreció en los felices años veinte y que, en efecto, logró una importante repercusión, pero saturó al público antes de que se estrenara la película, que finalmente fue un fracaso comercial.

Las prendas, incluso, han llegado a tomar su nombre de la película que las hizo populares, como la rebeca, una chaquetilla de lana fina abotonada hasta el cuello que, al llevarla Joan Fontaine en la película del mismo nombre de Alfred Hitchcock, quedó bautizada para siempre en España, a pesar de que el personaje de Fontaine no se llamaba así.

También ha quedado para siempre llamar Gilda a los guantes largos desde que Rita Hayworth se quitó uno de ellos durante la canción "Put the blame on mame" en 1946; Hermés bautizó uno de sus bolsos como Kelly, por Grace Kelly, y Lana Turner fue apodada "la chica del jersey" durante los primeros años de su carrera.

Eternamente asociado a una gabardina y viceversa, Humphrey Bogart esperaba con ella en la estación de tren de París bajo la lluvia a una Ingrid Bergman que nunca llega y con la que se reecontrará en "Casablanca" (1943). La prenda y el actor pasaron a la historia por esa secuencia.

También Faye Dunaway hizo que su película de lanzamiento, el clásico "Bonnie and Clyde", en su empeño por poner glamour a la trayectoria criminal de una pareja que, en realidad, era bastante poco dada al cuidado estético, puso de moda en 1967 la boina francesa en el sector femenino, que ayudaba a convertir cada asesinato en un acto de sofisticación.

En los setenta, "Annie Hall" (1977) presentó a la mujer de pantalones anchos y corbata y ya en los ochenta, Tom Cruise se forjó como ídolo de masas gracias a una cazadora de aviador y a unas gafas de sol Ray Ban en "Top Gun" (1986), la misma marca que sacó toda una línea de modelos basada en el Neo, Morfeo y Trinity, los tres protagonistas de "Matrix" (1999), que a su vez rescató el look gótico pero adaptándolo a la era de lo cibernético.

El fenómeno se ha extendido a la televisión y, en ese formato, la serie "Sex and The City" se convirtió en un auténtico escaparate de moda que se ha visto trasladado ahora a su versión cinematográfica y, en una y otra pantalla, hay que mirar para abajo para descubrir los famosos tacones de aguja del diseñador español Manolo Blahnik.