Región: REG-17
Escuela Elina Jagüel de Carlen
Los alumnos de la cuña boscosa
Aquí se enseña matemática, lengua e historia, como en cualquier escuela. Pero la directora también organiza con cuidado la provisión de agua potable -que es suministrada por el gobierno en camiones cisterna- para que a los chicos no les falte en medio de la cruda sequía.

Gastón Neffen y Juan Manuel Fernández (enviados especiales)

"Los chivos nos comieron hasta las plantitas de las macetas", cuenta Rosa Analía Vicente, directora de la Escuela Elina Jagüel de Carlen. Los animales tienen hambre porque la sequía los dejó sin pastos en la cuña boscosa santafesina, que aquí se ve bien de cerca, apenas termina el patio.

La escuela está en el Paraje 302, un caserío -sobre la ruta provincial n´ 3- que no figura en los mapas nacionales y que se ubica diez kilómetros antes de Garabato. En el paraje viven 200 personas. Todos sus chicos vienen a la Jagüel de Carlen y se juntan con los hijos de los peones rurales de la zona para aprender matemáticas, lengua, historia y geografía. Sus maestros son cuatro docentes, más la directora.

La provisión de agua está en la agenda de cada día. Como casi todo el norte santafesino, el Paraje 302 no tiene un servicio regular de agua potable. La gente depende de los camiones cisterna que envía el gobierno.

"El agua de pozo no te sirve ni para limpiar los pisos", se resigna una de las cocineras de la escuela. Los suelos son muy salinos. Por eso, cuando desparraman agua de perforación con el balde y el escurridor queda un polvillo blanco de sal sobre las baldosas y parece sucio.

De lunes a viernes, los 60 chicos de la escuela toman un desayuno cuando llegan y almuerzan al mediodía antes de irse. El agua potable que toman la proveen los camiones del Ministerio de Educación. El agua para limpiar la suministra la Secretaría de Recursos Hídricos.

Los docentes están conformes con el servicio. "Estamos recibiendo la cantidad de agua que necesitamos. Pero por las dudas siempre tratamos de tener bidones de reserva", explica Vicente. Por esta razón, el año pasado Campolitoral organizó una colecta para llevarles más agua.

En realidad, la Jagüel de Carlen accede a un suministro relativamente regular de agua porque el asfalto llega casi hasta la puerta de la escuela. "La tierra" empieza después de Garabato y cuando llovizna complica el tránsito de los camiones cisterna hacía las escuelas cercanas a Intiyaco, Golondrina y Cañada Ombú, por ejemplo.

"Más al norte hay escuelas que tienen muchos más problemas que nosotros", advierte la directora. Esta año, en medio de una nueva sequía, Campolitoral va a organizar otra colecta para colaborar con su asistencia.

El maestro jardinero

La escuela Elina Jagüel de Carlen también es especial porque aquí trabaja Sergio Daniel Villalba, uno de los tres maestros jardineros que hay en la provincia. Sergio tiene 30 años y vive en Fortín Olmos, con su mujer y sus dos niños de 2 y 6 años.

Hace más de 40 kilómetros por día para enseñarles geometría, lengua y principios matemáticos a chicos que tienen 3,4 y 5 años. "Para mí es un orgullo ser su profesor. Muchos hacen kilómetros a caballo o en bicicleta para venir a clase", dice, emocionado y rodeado por sus pequeños alumnos.

"Los chicos aprenden jugando. Es una edad muy importante para incorporar conocimientos", explica. Tiene razón. Los psicopedagogos reconocen que las habilidades que desarrollan en sus primeros años son fundamentales para encarar la primera etapa de la primaria.

"Confirmé que este trabajo me gustaba cuando arranqué con las prácticas docentes", admite Sergio. Antes de venir para el Paraje 302 trabajó en la escuela San José Obrero de Fortín Olmos. El miércoles de la semana pasada -cuando visitó la escuela Campolitoral- estaba en su aula -sonriendo- mientras los chicos se divertían persiguiendo globos.