Nosotros: NOS-08
DE RAÍCES Y ABUELOS
Merecido homenaje a inmigrantes italianos
Por Manuel Belgrano. Mily Corradi, descendiente de inmigrantes lígures y marchigianos e integrante de la Coordinadora de Entidades Italianas de Santa Fe, quiso recordar esta fecha tan grata para todos aquellos que dejaron su tierra, por diversos motivos. textos de Mily Corradi

El 3 de junio se conmemoró el Día del Inmigrante Italiano. La fecha fue instituida por el Congreso Nacional con el noble objetivo no sólo de rendir homenaje al natalicio del general Manuel Belgrano, hijo de Domenico Belgrano e Peri, un italiano lígure de Oneglia, provincia de Imperia, sino también de brindar el merecido reconocimiento a los miles de inmigrantes italianos residentes en la República Argentina y a los descendientes de éstos, quienes contribuyeron -y aún lo siguen haciendo- con su esfuerzo, a la grandeza y progreso de la Nación.

"Ningún país del mundo ofrece mayores ventajas al agricultor y al ganadero. Clima templado y sano, tierras a bajo precio y fértiles, fáciles para trabajar; llanuras vastísimas, cada especie de ganado a precio tan módico como no se consigue en otra parte; grandes líneas ferroviarias; comunicaciones casi diarias con Europa, instituciones iguales a las de Estados Unidos, pero más liberales para los extranjeros, ya que pueden ser propietarios sin comprometer su nacionalidad", decía un Annunzio Ufficiale de mediados del siglo XIX que alentaba viajar a la Argentina.

En uno de los más importantes libros sobre la emigración Sull'océano ("Sobre el Océano"), de Edmundo De Amicis, publicado en 1889, un emigrante lo dice de manera muy eficaz: "Mi emigro per mangiare" ("Emigro para comer"). Lo habían exhortado a quedarse porque el gobierno prometía una serie de bonificaciones a futuro. Pero él había contestado: "Pero mientras tanto yo no como! Cómo se hace para esperar si no se tiene para comer?".

Indudablemente, no era ésta la única razón. Muchos jóvenes emigraban para escapar del control de sus familias, otros esperaban hacer fortuna o fare l'América, y otros estaban obligados a alejarse de Italia por razones políticas.

Pero la gran mayoría de aquellos que dejaron Italia en los últimos decenios del 1800 y en los primeros del 1900, lo hicieron porque no encontraban la manera de ganarse la vida, y la emigración ha representado una válvula de alivio que ha impedido el estallido de revueltas en los campos. Pero en un primer tiempo las clases dirigentes italianas los observaron con preocupación y no sólo por motivos humanitarios.

Dos versiones

El 23 de enero de 1868 fue repartida a las autoridades italianas una circular en la cual se ordenaba no dejar partir a los trabajadores italianos que no demostraran tener una ocupación asegurada y suficientes medios de subsistencia.

La cuestión fue discutida en la Cámara el 30 de enero. Un diputado afirmó que la gente se expatriaba no "por anhelo de hacer fortuna" sino "llorando y maldiciendo a los señores y al gobierno". Otro diputado de la Liguria sostuvo que el problema debía analizarse desde otro ángulo, ya que los emigrantes, con su partida, contribuían al bienestar de la región. Esta situación volvería a repetirse luego de las Guerras Mundiales.

En la búsqueda de paz, alimento y posibilidades de crecimiento personal dejaron el paese , con todo lo que ello significa, y luchando contra el quebrantamiento de la nostalgia, los gringos regaron con su sudor, producto del trabajo, el suelo que generoso, les devolvió el esfuerzo transformado en pan para sus hijos.

No todos relacionaron su trabajo con la tierra. Los hubo carpinteros, albañiles, comerciantes, obreros, artistas,de todos los oficios y profesiones. Algunos estaban muy ligados a la vida en el mar, y cuando llegaron a la Argentina, procuraron instalarse en las riberas de los ríos, desarrollando la navegación de cabotaje, tanto de pasajeros como de mercaderías.

Una dura experiencia

En nuestra zona, por la presencia y el trabajo de esos "tanos", el Puerto de Colastiné -perdido en la noche de los tiempos- se constituyó en un punto de referencia del comercio internacional.

Indudablemente, el acostumbramiento para los inmigrantes debió haber sido duro y muchos se habrán esforzado con el propósito de lograr una situación económica superior a la que tenían en su tierra natal y así regresar triunfadores a la patria lontana . Pero en la mayoría de los casos, y con el devenir del tiempo, aprendieron a amar el suelo que los recibió.

Y así, esos inmigrantes italianos se convirtieron en los padres y abuelos de nuevas generaciones de argentinos. En su interior, siempre sintieron añoranzas por la tierra que los vio partir y, para no olvidar, mantuvieron sus costumbres, sus tradiciones.

También se reunieron y formaron clubes o entidades donde los amigos y parientes se encontraban para hablar en el dialecto de origen, comer la pasta all'uso nostro, contarse noticias que llegaban de la península o entonar juntos una canzoneta con los ojos nublados por la nostalgia.

Esas entidades que fundaron hace tiempo aquellos gringos en nuestra ciudad hoy les rinden justiciero homenaje al mantener vivas las costumbres, el idioma, las tradiciones, que son la verdadera esencia de la italianidad, pero también abren gustosas sus puertas a toda la comunidad santafesina, a la que pertenecen.