Nosotros: NOS-13
DECORACIÓN
Mundos en el marco
La pared, el lienzo. Más allá de la temática que aborden, de su contenido expresivo y la carga emocional que posean, los cuadros aportan sentido a los espacios y, por tanto, precisan normas y criterios que definirán su contexto en la pared, el lienzo que los contiene. textos de Revista Nosotros.

Ventanas a otro mundo que dan vida a los espacios, focos de expresión que despiertan la emoción, que conmueven, aportan un mensaje desde la pared que los aloja. Con diferentes técnicas, estilos y tamaños, los cuadros resultan una especie de código encriptado y a la vez diferente según el ojo que lo mira y que, en su contenido, inunda de sentido un lugar.

En cada caso, la pared se convierte en el lienzo que da extensión y contexto a la obra, como límite espacial que a su vez amplía el horizonte expresivo de un ambiente. A partir de ello elegir su lugar, su posición y contexto no resulta tarea sencilla.

A la hora de escoger dónde ubicar una obra se debe tener en cuenta la arquitectura del espacio: paredes, ventanas, puertas, altura del techo y la entrada de luz, entre otros aspectos. Respecto de la pieza artística, se deberá presentar atención al motivo de su abordaje que debe ser preferentemente acorde al espacio donde se colocará, decisión que tendrá como impronta aportar un toque personal al espacio donde serán exhibidas.

Cuestión de espacio

Más allá de su contenido expresivo, según su tamaño y ubicación estas piezas artísticas pueden ayudar a resolver cuestiones espaciales de los ambientes. Las tendencias actuales imponen la agrupación de cuadros que formen figuras geométricas. En este sentido, si los cuadros refieren a una misma temática se pueden crear composiciones de acuerdo al tamaño de las paredes, del espacio.

En ambientes reducidos y angostos es conveniente colocar los cuadros en forma vertical de manera que cree la ilusión óptica de un techo más alto y, por lo tanto, del espacio en su totalidad. Por el contrario, en espacios grandes y bien iluminados se sugiere colocarlos horizontalmente, para reducir la amplitud del lugar. Las habitaciones amplias permiten exhibir grandes obras, de modo que puedan ser apreciadas en perspectiva, que permitan al transeúnte u observador tomar distancia de la pieza para poder analizarla en su totalidad.

En pasillos largos y estrechos, se puede acortar visualmente el espacio al colocarlos en hilera , en una proporción más alta que ancha.

Más allá de su posición y tamaño, se sugiere colocarlos a la altura del observador, a fin de que la obra interpele a quien se enfrente a ella y no pase desapercibida como un objeto más del lugar.

Algunos trucos para ubicar los cuadros, proponen que el cuadro no sea más ancho que el mueble pegado a esa pared y que, en caso de ser alto y angosto, sea proporcional en su ancho a la mitad del mueble. En ambientes clásicos, se recomienda colocar los cuadros a una distancia mínima de 15 centímetros del mueble más cercano, y a no más de medio metro de él. Si por alguna razón se debe dejar un espacio muy grande, lo ideal en este estilo será llenar el espacio con algún elemento.

A menos que su contenido resulte contundente a la observación, los cuadros pequeños pueden colocarse en pares o en grupos, a fin de componer una unidad de sentido común que supere al de las piezas particulares. En este caso, se sugiere que las obras refieran a una misma temática. En lo que refiere a su agrupación, se aconseja colocarlos en línea recta a la pared, siguiendo los marcos en vertical u horizontal. Así, se podrá formar un rectángulo virtual o plantear juegos al acomodar cuadros en forma vertical u horizontal. Así, se sugiere una apreciación y ordenada.

Por el contrario, para lograr espacios décontracté, los cuadros pueden ubicarse en una relación asimétrica entre sí, lo que aportará dinamismo al ambiente.

En todos los casos, más allá del tamaño y su propuesta expresiva, el contexto que aporta cada obra sumará sentido a su interpretación, y a la identidad del ambiente que lo contenga.