Economía: ECON-04
Coyuntura
UIA: se endurece el discurso
A algunas estadísticas que en nada ayudan a mantener la confianza empresaria, se agregaron las desafortunadas imágenes que la televisión difundió el sábado pasado. La realidad está surcada por la zozobra y no hay signos de que la crispación amaine. Hay que decirlo con todas las letras: se está viviendo el peor momento de los últimos 6 años, y la confianza que despertaba el modelo económico entre los industriales ahora comienza a diluirse.

Félix Canale

El pasado jueves 12, en declaraciones a la agencia Télam, el vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), José Ignacio de Mendiguren, reclamó al gobierno que mantenga controlado el tipo de cambio real (ajustado por la inflación) y las expectativas inflacionarias, para evitar que el sector pierda buena parte de la competitividad ganada en los últimos años.

"Muchas veces dijeron que la UIA pedía nuevas devaluaciones, pero esto no es así. Lo que estamos procurando es mantener un tipo de cambio real competitivo, que es uno de los pilares que el gobierno mismo ha manifestado como base de este modelo económico", dijo el empresario.

Señaló de Mendiguren que la competitividad no se logra subiendo el tipo de cambio nominal, sino con un gran esfuerzo para controlar la inflación y con un shock de inversiones. También puntualizó la necesidad de dar previsibilidad económica para estimular esas inversiones, que aseguren la etapa de crecimiento abierta a fines de 2002.

"Hay muchas inversiones que se están ejecutando, y se planificaron hace algunos años, pero para que se puedan tomar nuevas decisiones de inversión es importante mantener la competitividad de la moneda y una tasa de inflación controlada", resumió.

En una primera lectura, lo dicho por el empresario textil, puede parecer un reclamo más o menos coyuntural ante la situación de los últimos 4 meses. Pero adquiere nueva tonalidad si se la extrapola con otra definición suya, vertida durante la Primera Conferencia de Fisfe, realizada en agosto de 2007 en Rosario.

Abogando por el modelo, de Mendiguren dijo entonces: "Cuando se pesificó, dijeron que íbamos a una hiperinflación y que el dólar llegaría a 40 pesos. Cuando la economía comenzó a estabilizarse, dijeron que era un veranito, algo que termina pronto. Cuando siguió creciendo, dijeron que era el rebote del gato muerto. Luego que era por el viento de cola. Ahora es la inflación y el modelo. Están dispuestos a demostrar que la cosa no funciona, aunque esté funcionando. No podemos seguir transitando este camino sin saber quién es nuestro enemigo y quién nuestro aliado". (El Litoral, 27 de agosto de 2007).

Sumando y restando conceptos, la conclusión es que ahora de Mendiguren cree que la inflación está fuera de control (por eso pide controlarla), que el modelo (cuyos enemigos denunciaba en 2007) no aporta la suficiente previsibilidad económica para animar las inversiones y que la etapa de crecimiento, abierta a fines de 2002, no está asegurada, precisamente por la retracción de las inversiones. Faltaría saber si el dirigente de la UIA está revisando su percepción sobre enemigos y aliados.

Dureza

La central manufacturera había mantenido hasta ahora una posición cauta respecto del conflicto con el campo, lo que es interpretado por el sector agropecuario como un respaldo indirecto a la política oficial de retenciones, tratando de mantenerse al margen de una situación que no le incumbe de manera directa a la industria. Pero el humor parece estar cambiando.

El viernes 13, cuando teóricamente el paro agrícola estaba levantado, por primera vez la UIA se expresó sobre el conflicto mediante un comunicado en el que alerta "sobre las consecuencias negativas que está generando la interrupción del transporte de materias primas, insumos y productos terminados por las rutas del país".

Más adelante el documento dice: "Numerosas entidades sectoriales y provinciales asociadas han manifestado su profunda preocupación por los efectos que esta situación está generando, con consecuencias sobre la actividad productiva, el abastecimiento y el empleo. Promover el diálogo y desarrollar las protestas dentro del marco de la ley, sin afectar los derechos de los ciudadanos, debe ser el camino para resolver los conflictos en nuestra sociedad".

Primera novedad: la UIA toma partido y responsabiliza al sector en conflicto por el impacto negativo que las medidas de fuerza tienen sobre el aparato productivo manufacturero, por la inestabilidad surgida en la mano de obra industrial (suspensión de horas o despidos) y por el desabastecimiento de materias primas.

Segunda novedad: el comunicado admite la creciente presión de las bases asociadas, particularmente las del interior, para que la cúpula endurezca el discurso. No hay que olvidar que al bloqueo de las rutas que paraliza la llegada de insumos y la distribución de productos terminados, deben sumarse los otros dolores de cabeza: caída del dólar, ventarrón de importaciones, aumento de costos, rentabilidad en disminución, angustia energética, encarecimiento del crédito y aumentos salariales que deberán ser trasladados a los productos.

El sentido común indica que el conflicto agrario, en algún momento, tendrá fin. Cuando eso suceda, restará ver si el modelo tiene resortes para controlar los inconvenientes que se han venido acumulando.

En el nombre del padre

Ayer domingo la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came), emitió un comunicado dando cuenta que las ventas por el Día del Padre cayeron 9,9% con respecto a igual festividad del año pasado. El documento indica como principales causas el clima de incertidumbre económica que desató la disputa entre el gobierno y el campo, el desabastecimiento de combustibles y los conflictos en las rutas.

Ningún rubro, ni siquiera electrodomésticos, pudo escapar a esa tendencia, que fue mucho más marcada en las provincias que conforman el núcleo del conflicto, como Entre Ríos, Santa Fe, La Pampa, Provincia de Buenos Aires y Córdoba. Hay ciudades donde las ventas se mantuvieron paralizadas durante todo el mes, y el Día del Padre no pudo revertir esa situación.

Se vendió poco y mayormente productos de bajo valor, lo que impactó en que los montos de facturación también acusaran una caída que llegó a ser mayor a la que registraron las cantidades vendidas. A diferencia de años anteriores, el público se limitó a llevar un solo regalo y evitar comprar productos que no tuvieran que ver con la ocasión.

Los segmentos más afectados fueron los estratos bajos, medios y medios-altos. Sólo escaparon a la caída general los negocios que tienen un público de alto poder adquisitivo, donde las ventas fueron más dinámicas.

Se compró poco con efectivo, y en la medida que los saldos disponibles lo permitieron, la mayor parte de las ventas se realizó con crédito. Hubo más rebotes de tarjetas que lo habitual por la falta de disponible, lo que hizo perder ventas de mayor valor.

La escasez de combustible desalentó a muchas familias a salir de compras, en tanto otras que tenían previsto viajar para festejar y aprovechar simultáneamente el fin de semana largo, decidieron permanecer en sus viviendas, frente a los conflictos en la ruta y los paros de colectivos.

Se vieron muy afectados los hoteles y restaurantes, donde hubo cancelaciones permanentes de reservas, sumadas a los problemas de abastecimiento de insumos.