Area Metropolitana: AREA-01
Entrevista a Fabio Quetglas, magíster en Desarrollo Local
"El lujo en el espacio público es una forma de igualarnos"
Santa Fe es "una ciudad que tiene que permitirse soñar", dijo Fabio Quetglas. Foto: Flavio Raina

Sostiene que monumentalidad "no es plata mal gastada. Le da sentido a la vida ciudadana y hace que sus habitantes se sientan orgullosos". Pone como ejemplo a Rafaela e hizo propuestas para que Santa Fe haga su "clik".

El doctor Fabio Quetglas es muy joven, pero posee un destacadísimo curriculum profesional. Abogado recibido en la UBA, hizo posgrados en distintas universidades del país y del extranjero. Viene de concretar otro sobre Desarrollo Local en la Universidad de Bologna, Italia. Ha sido, además, capacitador o consultor independiente de organismos en el Banco Mundial, CFI, BID, PNUD, Iica o el Inta. Es asesor de ciudades y provincias en materia de planeamiento.

Al hablar, parece gozar de cada idea o concepto que trata de destacar, a partir de una experiencia

profesional desempeñada en distintos campos. Dejó una lección de optimismo con respecto a la ciudad de Santa Fe. El Litoral lo entrevistó en la Facultad Regional Santa Fe de la UTN, casa de estudios con la que se encuentra vinculado.

Ä¿Qué presupuestos se deben tener en cuenta para planificar hoy una ciudad o, por lo menos, para que ésta logre un estándar superior en materia de calidad de vida?ÄEl centro de la planificación, como concepto, es la restricción. Si los recursos fueran infinitos, si la capacidad de gestión fuera infinita, si el tiempo fuera infinito, planificar no sería necesario. Planificamos porque lo que descubrimos es que nuestro tiempo no es infinito, nuestros recursos no lo son, ni nuestro suelo, ni nuestra capacidad de gestión y, por lo tanto, necesitamos ordenar esos recursos limitados que tenemos para transformarlos y ser, en la medida de lo posible, verdaderos constructores de nuestro futuro. Y la planificación, paradójicamente, y contra todo lo que la gente supone, nos ayuda más a saber qué es lo que no podemos hacer que lo que podemos hacer. En general, cuando planificamos, decidimos no hacer un montón de cosas.

Ejercer la ciudadanía

ÄEntonces, ¿qué es lo que no se tendría que hacer hoy en una ciudad?

ÄEn las ciudades no se debería seguir usando abusivamente el suelo, no pueden crecer infinitamente y que ese crecimiento nos obligue en el futuro a que todas las movilizaciones sean mecanizadas, porque el petróleo va a valer cada vez más. Las urbes gigantescas tienen un futuro negro con la basura porque, más o menos en una ciudad del nivel de desarrollo de Santa Fe, se produce un kilo de basura por habitante. Es decir, todos los días, son 450 mil kilos de basura. El gran problema de las ciudades de la actualidad es volver a recuperar el espíritu ciudadano, o sea, que la ciudad sea el lugar de la ciudadanía en vez de ser un lugar de segregación y guetos entre clases; que sea un lugar de encuentro y de vida agradable. Por lo tanto, hay que pensar la ciudad para el ejercicio de la ciudadanía. La ciudad no es solamente un museo para ver cosas lindas o un hotel donde uno duerme: es el lugar donde los ciudadanos viven y ejercen su condición de ciudadanos. Por lo tanto, para pensar la ciudad hay que pensar el espacio público.

ÄEl espacio para relacionarse con otros...ÄExactamente. Hoy venía por esta bellísima costanera que tienen y decía: "íQué lindo espacio público, usable, disfrutable, gratuito, que puede llegar a disfrutar cualquier clase social!". Hay una frase que sostenemos de una escuela de planificadores urbanos que dice: "El espacio público merece el lujo", porque de la puerta del umbral de la casa para adentro las diferencias sociales son inevitables, pero sería bueno que, de la puerta para afuera, la ciudad nos acogiera a todos por igual. Y el lujo en el espacio público es una forma de igualarnos. Contrariamente a lo que se supone, la monumentalidad no es plata mal gastada. Le da sentido a la vida ciudadana, hace que los ciudadanos se sientan orgullosos de su ciudad, que favorezcan sus encuentros. Hay que recuperar la cultura del espacio público; no construir un barrio de mil viviendas con una placita. Además, hay que tratar de construir la cultura de la obligación de ciudadanos: ser parte de una ciudad habitable implica un decálogo de obligaciones ciudadanas.

El ejemplo de Rafaela

ÄEn un terreno no tan agradable pero sí necesario, ¿qué debe planificar una ciudad para que sus habitantes tengan trabajo?

ÄVoy a resaltar una experiencia que existe en Santa Fe que para mí es un ejemplo a nivel nacional y que los santafesinos tienen que apropiarse de ella: es la de Rafaela. Hay una larga historia del gobierno local involucrado en las cuestiones de entorno económico, o sea, de generación de condiciones para que los emprendedores locales tengan mejores oportunidades de competir en el mercado, de invertir y, por lo tanto, de suscitar, a través de esa inversión, empleo y condiciones de desarrollo económico. No se hizo en un día ni en un año. Había condiciones originarias de tipo cultural: la tradición emprendedora de los piamonteses y de los alemanes, la forma democrática de división de la tierra, cuestiones de infraestructura y naturales, porque se trata de una tierra con una productividad fenomenal. Esas mismas condiciones las tiene probablemente otro lugar que no generó este fenómeno. Digo esto porque, muchas veces, esas condiciones naturales e infraestructurales requieren otras cosas, una decisión política de un gobierno local.

ÄNo la presentemos a Rafaela como si fuera la Bella Durmiente. Es fruto de una corriente migratoria muy constructiva y hubo un trabajo posterior, pero también tiene muchas limitaciones: es una ciudad sin agua, sin cloacas, para hacer el camino a Sunchales se demora casi una hora.ÄEn relación con el empleo y la empleabilidad, Rafaela es una ciudad que no es Dusseldorf y que tiene restricciones en el soporte logístico e infraestructural. Para el enorme volumen de producción que posee, es insuficiente la dotación de servicios de infraestructura y de conectividad. Ahora, en el rubro de generación de condiciones de empleo y empleabilidad, sí es una ciudad exitosa. Ä¿No fue también una definición de prioridades?ÄEn la Argentina hay ciudades muy bien dotadas de infraestructura como La Plata, con puerto, conectada por autopista con la ciudad de Buenos Aires, canales de televisión propios de hace 30 años, universidad desde hace cien años, con dotación de infraestructura y equipamientos, y con un enorme déficit en términos de competitividad económica, al revés del caso Rafaela. Las ciudades están en permanente construcción, no son perfectas. Y lo que los ciudadanos no deben perder es no sólo el espíritu cívico, sino también la criticidad. Porque lo que nos hace ciudadanos no es solamente que nos comportemos bien y levantemos el papelito de la calle, sino que tengamos la capacidad de discernir sobre nuestra vida, nuestro futuro, nuestro entorno.Y es muy bueno para los rafaelinos saber que Rafaela, que hizo tantas cosas buenas, probablemente tiene una oferta cultural insuficiente en relación con el ingreso per cápita. Quizá un planificador urbano no mira tanto las infraestructuras, los equipamientos, los indicadores, sino también cómo crear en esa ciudadanía cultural planificadora para que esta tarea siempre inacabada de hacer ciudad tenga miles de hacedores, que son los ciudadanos. Si mañana me invitan a Tartagal a hacer una tarea de planificación, trataría de impulsar que esos ciudadanos tuvieran la capacidad de ver su territorio con criticidad y de ser cada uno emprendedor, planificador, ciudadano crítico. Porque el planificador se va y no hay nadie que cambie la historia de una ciudad desde una opinión: lo que podemos hacer es facilitar, a través de experiencias comparadas, que no se incurra en errores que se cometieron en otro lado, estimular la generación de ciertas lecturas, promover una articulación entre los sectores en los que el agente externo ayude a poner paz donde hubo pelea, garantizar una discusión técnicamente ordenada.

Construir un proyecto y recuperar el orgullo

"Si fuera intendente de Santa Fe y poniéndome en su lugar, diría que hay miles de problemas: la coyuntura lo debe agobiar, los barrios periféricos; los problemas de transporte, de basura, de violencia urbana, de demandas insatisfechas; la misma administración, los empleados. Pero creo que las ciudades, para hacer el "click' que revierta esa historia, precisan recuperar orgullo", respondió Fabio Quetglas, puesto a opinar sobre esta urbe. "Si pudiera, sería sede de un gran juego de algo, pondría algo que fuera identitario y distintivo. Lo traería a Calatrava para hacer un puente entre la isla y la ciudad, pero diseñado por él, o por Oriol Bohigas, o por un gran arquitecto. Porque, para transformar este lugar, donde la gente estuviera orgullosa de él, hay que construir un proyecto. Ésta es una ciudad que tiene que permitirse soñar porque tiene una escala que me gusta, un asentamiento físicamente muy bueno, tradiciones locales con dos equipos de fútbol".

Para el experto, "hay una ciudad que puede ser, pero todo hay que construirlo. Trataría de que sea una ciudad alegre, transgresora, moderna, innovadora; esa ciudad que pueda permitirse cosas, fenómenos participativos, fiestas populares que sean una marca territorial importante. En la Argentina se están dando fenómenos de ciudades que se redescubren desde fiestas importantes. Esos valores de ciudad se los tiene que poner el intendente a los ciudadanos, a pesar de que estén las autoridades provinciales acá, donde los santafesinos parecería que tuvieran que pedir permiso. Los santafesinos tienen que recuperar su ciudad".

Ä¿Tiene que ser a partir de una política pública?ÄEn la Argentina, la sociedad civil es muy débil todavía... Hay lugares donde la sociedad civil ha cambiado a las ciudades. Yo digo que el primer "click" tiene que ser una política pública.

Teresa Pandolfo