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La gran muralla de oriente
Una atracción imperecedera. Pese a competir con la céntrica ubicación y majestuosidad de la Ciudad Prohibida y el reclamo comercial del Mercado de la Seda, paraíso de las falsificaciones a precios irrisorios, la Gran Muralla China sigue siendo el enclave más visitado por los turistas que se acercan a Pekín. Una de las siete maravillas del mundo. textos de Unai Berrueta.

Erigida por miles de presos, soldados y campesinos entre el siglo V a.C. y el año 1368, la Gran Muralla serpentea por valles y montañas a lo largo de 6.700 kilómetros, desde el Golfo de Bohai, en el mar Amarillo, hasta Jiayuguan, en la provincia de Gansu, pasando por siete provincias. Este recorrido la convierte en la mayor construcción levantada por el hombre.

Su función era la de hacer frente a los planes invasores de los pueblos del norte, para lo que llegó a tener hasta 15.000 torres de vigilancia. Sin embargo, no logró cumplir con su cometido y tropas como, por ejemplo, las de Genghis Khan consiguieron superar el escollo que representaba.

Al final, la Gran Muralla perdió su funcionalidad y pasó a convertirse en fuente de suministro de materiales de construcción para las aldeas asentadas en sus proximidades.

Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1987 por la UNESCO, fue elegida en 2007 una de las nuevas siete maravillas del mundo junto a la ciudad de Petra (Jordania), el Cristo Redentor de Río de Janeiro (Brasil), la ciudadela de Machu Picchu (Perú), el Coliseo romano (Italia), el Taj Majal (India) y la pirámide de Chitchén Itzá (México), en un concurso realizado a escala mundial.

Tramos en buen estado

Pese a que buena parte de la Gran Muralla está hoy en ruinas, aún se pueden visitar tramos en buen estado de conservación tras la reconstrucción experimentada, en las últimas décadas, con el objetivo de convertirla en un foco de atracción turística.

Aunque no son los únicos, ya que también pueden visitarse los de Juyongguan, Huanghua y Jinshanling, los tramos más visitados en las proximidades de Pekín son los de Badaling, Mutianyu y Simatai.

Badaling es el más cercano, ya que se encuentra a unos 70 kilómetros al noroeste de la capital, y es el que mejores y mayor número de conexiones presenta. Es posible subir y bajar de este tramo en una especie de cabina de atracción de feria, junto a la que se halla una pequeña reserva de osos, y el recorrido por el interior del enclave no resulta demasiado exigente.

Sin embargo, el tramo también cuenta con algún handicap, como es el hecho de estar volcado sin miramientos hacia los turistas, de los que Badaling está siempre atestado. En torno a los visitantes merodea una legión de vendedores de objetos de recuerdo, que se colocan incluso en el punto más alto del recorrido, lo que resta un tanto de autenticidad a esta sección.

El tramo de Mutianyu se extiende a un centenar de kilómetros al norte de Pekín. También esta sección cuenta con su particular grupo de perseverantes vendedores, pero, a diferencia de Badaling, éstos se limitan a ofrecer su mercancía en el exterior del recinto.

Así, el visitante puede pasear con tranquilidad por el tramo reconstruido, de aproximadamente dos kilómetros de longitud, al que se puede acceder en teleférico.

El recorrido tiene zonas exigentes, como por ejemplo, la parte final del extremo oeste, coronada con un torreón al que se llega tras ascender más de medio millar de irregulares y altos escalones. Allí aguarda el señor Wang, el simpático y esforzado guardián del torreón, que sube y baja a la aldea que se asienta a los pies de este tramo de la Gran Muralla y con la que comparte el nombre, los 365 días del año, haga frío, nieve, llueva o apriete el calor.

Para exigentes

Simatai es una opción para quien disponga de tiempo suficiente, por cuanto son necesarias unas tres horas de viaje desde Pekín, pese a que está ubicado a sólo unos 130 kilómetros al noreste de la capital china.

No obstante, Simatai, emplazado en las proximidades del embalse de Miyun, del que se abastece Pekín, y cerca de la localidad de Gubeikou, recompensa el desplazamiento, pese a que, además, su itinerario requiere un mayor esfuerzo físico que en Badaling y Mutianyu. Está considerado el tramo de la Gran Muralla más espectacular de los que se encuentran en las cercanías de Pekín, y las panorámicas de las altas montañas y los verdes y frondosos valles que se pueden contemplar desde aquí son tenidas como las más bellas.

Aunque también dispone de teleférico, funicular e incluso tirolina, su estado de conservación es peor que en Badaling y Mutianyu, y, por tanto, su recorrido, carente de paredes y almenas laterales, puede llegar a plantear algunas dificultades.

Este tramo cuenta con una opción añadida que consiste en comenzar el trayecto en Jinshaling, a unos diez kilómetros de Simatai, una variante sin duda más exigente, pero el mejor modo de aproximarse a la Gran Muralla más genuina.