Deportes: DEPO-03
Análisis
El valor de la firma
Darío Pignata

Que Colón y Unión puedan concretar una operación futbolística no deja de ser, en medio de tanta violencia injustificada y estupidez variada que rodea al fútbol argentino, un signo de madurez. Esto, que quede claro, desde la óptica de la dirigencia, a la que siempre le exigimos grandeza.

Lo del hincha es distinto, claro está. El hincha no piensa ni razona, sólo siente con el corazón. Y cree que este tipo de aguas nunca debe mezclarse.

En el primer mundo, donde están los mejores, Saviola pasó del Barsa al Real y no se murió nadie. En Boca, juega Julio César Cáceres, hasta hace poco futbolista de River. Tampoco murió nadie. Lo único que frena un contrato de venta entre los dos clubes es la falta de firma del futbolista y es por eso que, en el fondo, definirá Nereo Fernández. Ningún jugador va adonde no quiere ir. Por conveniencia o sentimiento. Por lo que sea.

Cabrol y Toresani, formados en Unión, jugaron en Colón. El "Potro" Echaniz, artífice de la final del '89 para Unión, jugó en Colón un par de años después en el ascenso. Antes, sobraron los casos. Después, también.

Se sabe, el hincha poco soporta estas cosas. Hay obviedades: Nery no habría atajado nunca en Colón y el "Bichi" jamás jugaría en Unión. Pero el dirigente debe estar más allá de eso y entender que, en el fondo, siempre define el jugador. Es que a nadie le ponen una pistola en la cabeza para que juegue con la camiseta de un club que no quiere.