Opinión: OPIN-03 Cómo evitar los telemarketers

Planes de larga distancia para hablar durante horas y horas a los lugares más lejanos, créditos personales, descuentos y promociones de cable e Internet, tarjetas de crédito y hasta servicios fúnebres... La variedad de productos y servicios que nos ofrecen los telemarketers parece no tener fin.

Ya de por sí el hecho de que nos quieran vender algo que no necesitamos o no nos interesa es molesto. Pero la situación se vuelve aún más irritante cuando el ofrecimiento nos lo hacen en nuestra propia casa íííy a cualquier hora!!!

El interior le ofrece a unos cuantos la maravillosa posibilidad de dormir la siesta. Claro que los vendedores telefónicos llaman desde alguna oficina céntrica de la ciudad de Buenos Aires -donde pocas veces se duerme, incluso de noche-, por lo cual no saben -o pareciera no importarles- que a las dos de la tarde uno esté descansando un rato.

A esta altura del partido, uno se ha vuelto ducho en estrategias para zafar de los pesados telemarketers. Así y todo, ellos insisten.

Pero de todas las estrategias implementadas y sugeridas en este plan de lucha contra la venta telefónica, hay una que no sólo fue sumamente graciosa, sino además efectiva.

Tres de la tarde de un jueves de noviembre. La sensación térmica superaba los 38´. De repente suena el teléfono y atiende mi madre, que intentaba dormitar un rato. "Buenas tardes, mi nombre es Sabrina, de la empresa XXX para informarle que Ud. ha sido beneficiado con un equipo de celular modelo GHS 394 totalmente gratuito". Y mi mamá, ya sabiendo que cualquier razón que esgrimiera no iba a ser suficiente para disuadir a la insistente vendedora, puso voz de nenita y dijo: "Mi mamá no está".

Con un tono desilusionado la telemarketer preguntó: "¿A qué hora vuelve?". "A las 10 de la noche". Más decepcionada aún, insistió: "¿Y a la mañana temprano?". "Se va a las 7 para llevarme al colegio y después trabaja todo el día", explicó mi mamá imitando a una nena de 6 años.

La telemarketer dio por finalizada la llamada y nosotros, desde ese día, ya sabemos cómo sacarnos a los vendedores telefónicos de encima.