Opinión: OPIN-07
Llegan Cartas
En recuerdo de don Federico Spreáfico

Señor Director: El viernes 11 de julio se cumplieron 50 años del fallecimiento de don Federico Spreáfico.

Las generaciones actuales de santafesinos seguramente no conocen la trayectoria de quien representó una parte muy importante de la cultura y la vida social de nuestra ciudad en la primera mitad del siglo pasado.

Don Federico había nacido en Rosario el 22 de diciembre de 1871, y luego de cursar sus estudios en Concepción del Uruguay, se radicó en Santa Fe, ciudad a la que desde entonces consideraba propia. Aquí contrajo matrimonio con doña Benita Tello, con quien tuvo ocho hijos, de los que sólo superaron la juventud tres mujeres, una de ellas mi madre.

Su actividad fue muy intensa y en muy diversos ámbitos. Así, fue uno de los fundadores del Club de Regatas, en el que volcó sus inquietudes deportivas, especialmente relacionadas con el remo, siendo además presidente de la institución en los primeros años del siglo pasado.

Fundador y primer director en 1933 del Liceo Municipal de Santa Fe, transmitió allí su vocación por la enseñanza de la música, tarea en la que luego lo sucediera su hermano Juan Carlos, veinte años menor que él.

Como empresario del Teatro Municipal, trajo a nuestro primer coliseo a las figuras más rutilantes de la escena teatral y de la música de aquellos años; y como director de la Banda de Música de la Policía de la provincia dirigió aquellas célebres retretas que se celebraban en las tardes de los días domingo, en las plazas santafesinas.

Siendo el compositor del Himno del Club Unión, fue recordado en el libro que el año pasado, esa entidad publicara con motivo de sus cien años de existencia.

Ocho meses antes de su fallecimiento, en noviembre de 1957, le tributaron un merecido homenaje en el Teatro Municipal, y guardó el recorte de la crónica que el diario El Litoral le dedicó por la ocasión.

Excelente guitarrista, aún recuerdo en mi lejana niñez las bellas interpretaciones, en la que llamábamos la "pieza del fondo", cuando se acercaba el anochecer.

Yo era un niño cuando falleció y aunque lo conocí ya en el ocaso de su vida, pude apreciar en él valores excepcionales, entre los que me transmitió su entrañable amor por Santa Fe.

A cincuenta años de aquel 11 de julio de 1958, he querido dar a conocer a muchos y recordar seguramente a unos pocos que pudieron conocerlo, a don Federico Spreáfico, quien como expresara antes, fue una figura señera de la ciudad en aquellas primeras décadas del siglo pasado.