Opinión: OPIN-08
Llegan Cartas
La cultura del miedo

Señores directores: La vida es una enmarañada madeja de ilusiones, deseos, miedos, frustraciones, en un mundo engañoso, indiferente, codicioso. Hoy las ilusiones se acercan poco a nosotros, el miedo las detiene. Sentimos miedo de las acciones violentas, allá y hace tiempo la horca londinense era decorada con cintas de luto e iluminada en los días de fiesta.

¿Qué hacemos con los miedos?, miedos existenciales, miedos a los conflictos que nos da la vida, a los engaños, a la manipulación, a la violencia, fraudes y acosos; miedo al juego sucio de los oportunistas y traidores, a la sensación de no caminar en paz, todo es insufrible, ¿somos palomas en un mundo de halcones?

Los miedos nos gobiernan diariamente, miedo a la incomprensión ajena, a las enfermedades, a llegar tarde al trabajo, a rendir exámenes, a perder el empleo. A veces somos tan ciegos que solemos tener falsas alegrías, falsas tristezas, falsos temores. Mujeres con sus esperanzas tambaleando, hombres con miedo a la violencia irracional, niños descuidados sin protagonismo en un mundo que los excluye, jóvenes con miedo a enfrentar las inclemencias de la vida, ancianos a los que la soledad aterra y el miedo de los jubilados nos toca bien hondo.

En la cultura del miedo se oye hablar de una cuarta guerra mundial: Yihad; "¿dónde está el líder capaz de detener esta histeria?". En verdad, el amor y los miedos dirigen las acciones de los hombres, el miedo sofoca el heroísmo y es mal de males; cumple mejor con su oficio quien lo hace con gusto que el que lo hace con miedos y también su exceso daña y aumenta los peligros, sólo una buena conciencia está libre de ellos.

Una periodista le preguntó a la santa de Calcuta qué opinión tenía de los políticos vanidosos, altaneros e intolerantes, a lo que ella respondió: "Deberían estar más tiempo de rodillas". Si podemos hacer nacer sonrisas verdaderas, si nuestras obras consiguen aliviar los temores ajenos, si podemos mostrar interés y estimación a los otros, sentiremos una extraña sensación de calma, de paz, de amparo, de comprensión que hará liberar nuestros miedos y hacer que aquellos a quienes tratamos nos reverencien sin temernos.

Miedo a las injusticias: catorce años de la AMIA argentina y, luego de tanto tiempo, a uno le da otro tipo de vergüenza: la vergüenza de ser humano.

Por Clary Miroznik Germán - Ciudad.