Región: REG-07
El impacto del nuevo escenario
En los pueblos, la suspensión de la 125 cambió el estado de ánimo
Las cadenas productivas estaban paralizadas por la fuerte incertidumbre. Ahora, lentamente, se reactivan las ventas de insumos agrícolas y toda la actividad comercial que había caído en un 50%.

Gastón Neffen - [email protected]

En los pueblos y ciudades pequeñas de Santa Fe,"las que viven del campo", la gente arrancó la semana con otra energía -con otro estado de ánimo- después de que el Gobierno anunció la "limitación de la vigencia" de la resolución 125.

"En mi casa el teléfono volvió a sonar", cuenta el productor Santiago Vaschetto a Campolitoral en el bar de la Shell, sobre la ruta 34, en la entrada de San Martín de las Escobas. Lo llaman los vendedores de insumos agrícolas y los repuesteros. "En medio del conflicto no te buscaban porque tenían miedo de que los mandaras al carajo", ironiza, pero tiene razón.

En la mesa de al lado, el contratista rural Carlos Waibsnaider reafirma lo que dice Vaschetto. "Es cierto estábamos asustados. Tuve que parar algunas ventas de alambrados que ya había cerrado con algunos productores, pero estoy seguro que ahora le van a dar para adelante", confía. "Es que los productores estaban muy enojados, nunca los había visto así", asegura Alejandro Ditono, uno de los empleados del bar.

A esto se referían los presidentes comunales y los intendentes de estas localidades cuando explicaban que en los tres meses de protestas y tensiones la cadena comercial se había quebrado. En realidad, casi total la actividad comercial quedó en "pausa".

Waibsnaider acerca otro ejemplo bien concreto. Dice que antes del conflicto en San Martín de las Escobas no podías conseguir albañiles porque estaban saturados de trabajo, "En cambio durante estos meses te golpeaban la puerta para preguntarte si necesitabas algo", asegura.

En el Bar Gicana (ruta 19, Sa Pereyra) el dueño y los empleados estaban a full. El lunes a las 10 de la mañana "caían" todos los proveedores juntos. "La cadena empezó a engancharse otra vez", interpreta Darío Garnero, que reparte soda y espera su turno detrás del "fiambrero". En esta zona sus ventas habían bajado más de un 50%. "No te llegaba mercadería y la gente no gastaba un peso de más", explica.

"Ahora hay más movimiento", agrega Oscar Calandra, dueño del bar que se llama Gicana por las iniciales de cada uno de sus tres hijos (Gisela, Carlos y Nadia). Y claro volvieron los camioneros, los productores, los viajantes y además están las vacaciones de invierno.

En una de las mesas hay dos camioneros cordobeses que transportan cereales. "Estamos hablando de nuestros hijos", confiesan, mientras terminan el café. "En estos meses no trabajamos casi nada y las facturas te llegaban igual. Espero que ahora empiecen a vender la cosecha", se ilusiona Jorge Giailevra de Devoto. Su compañero se llama Hugo Cocha, "como Chaco al revés", bromea, y comparte las mismas sensaciones.

"Ahora, el problema es el gasoil", advierten los dos. Giailevra cuenta que lo consigue en las estaciones de servicio de su localidad, "porque soy cliente", pero en la ruta "hay que ir preguntando y nada es seguro", afirman.

"Micro decisiones"

José Escher tiene 35 años y es ingeniero agrónomo. Vende insumos agrícolas sobre la ruta 34, casi en la entrada de San Vicente. El jueves de la semana pasada sintió el efecto Julio Cobos. "Me reuní con un vendedor de software para conversar sobre la compra de un paquete de servicios informáticos, aunque parezca mentira, como estaba positivo por lo que había pasado me animé a realizar toda la inversión. Después nos reíamos con el vendedor", destaca.

José aclara que fue una inversión pequeña, pero que lo cuenta para explicar como cambiaron sus sensaciones después de escuchar el ya famoso: "Mi voto no es positivo".

En realidad estas "micro decisiones" son claves para recuperar las resentidas cadenas comerciales de los pueblos y ciudades del interior. Porque se sabe que la inversión económica depende mucho de los estados de ánimo y de la confianza de la gente.

Por eso, estos meses fueron muy difíciles en el local de insumos de los Escher. "La gente compraba únicamente lo indispensable, lo que no podían dejar de compra" precisa José. Se refiere a los plaguicidas y a las reservas de semillas. "En cambio, la venta de herramientas cayó en un 100%", agrega.

Además, se sumaba otro problema: "No podías cerrar un negocio en efectivo, nadie quería pagar hasta ver como evolucionaba el escenario", concluye, con la esperanza de que estas condiciones se superen en el nuevo escenario.