La inapelable ley del ex se cumplió una nueva vez en este controvertido fútbol argentino. Restando segundos para la finalización del partido amistoso que jugaron Colón y Vélez, en Liniers, un centro sobrevoló el área fortinera y uno de los de blanco desvió la trayectoria del balón, transformando una ocasión aislada en un desahogo. El cabezazo se filtró entre la resistencia del arquero y, de esa manera, Lucas Valdemarín, un ex Vélez, se encargaba de pegar el primer grito (lo gritó en serio, a pesar de que fue contra su ex club) con la camiseta de Colón.

El partido resultó atractivo. Propuso Vélez un fútbol ancho, privilegiando un circuito de juego limpio. Explotando constantemente las bandas y con dos carrileros externos enchufados, los titulares planificaban imitar el virtuosismo del Vélez B, que anteriormente había ganado con un 3 a 0 que exime de comentarios.

Una palomita del "Burrito" Martínez puso el 1 a 0 parcial. Luego, una falencia de Ponce le facilitó el empate parcial a Ramírez, que se convirtió una vez más en la figura de los sabaleros. Hasta ese entonces, el orden del fondo santafesino, algunas pifias ofensivas de Colón y cierta ineficacia goleadora de Vélez compartían las culpas de un mezquino empate. Un exceso de Lazzaroni hizo que le cometiera un muy dudoso penal a Cabrera, materializado en ventaja de 2 a 1 por Somoza.

Los casi 1.000 hinchas fortineros hambrientos de fútbol celebraban, en su medida, la victoria. Hasta que llegó Valdemarín sobre el final para colocar el 2 a 2 definitivo que dejó conforme a todos, incluido el "Turco" Mohamed.

Los equipos formaron de la siguiente manera: