Opinión: OPIN-01 Moreno y el Indec

Un principio básico de la política es aceptar la realidad. Se puede ser de derecha o de izquierda, populista o liberal, pero sin ese dato elemental que impone el realismo no es posible pensar ningún tipo de estrategia. Esa noción elemental de la política es la que parece desconocer el oficialismo. Como todos los amantes de la llamada "ingeniería social", el gobierno nacional supone que la realidad puede manipularse y que la verdad no depende de datos objetivos, sino de cómo se la presente.

Sólo una visión política de ese tipo es la que explica lo que hoy está pasando con el Indec. Según su último informe, los precios minoristas del mes pasado han subido el 0,5 por ciento. Así, en lo que va del año, la inflación apenas llegaría a los cinco o seis puntos. En cualquier país avanzado este índice inflacionario sería alarmante, pero en la Argentina hasta los propios manipuladores de datos suponen que ese cinco o seis por ciento es aceptable.

Lo grave de todo esto, lo que representa una verdadera vuelta de tuerca, es que esa cifra del 0,5 por ciento es producto de una manipulación que todos admiten; no sólo los opositores, sino también un amplio sector del oficialismo, para no hablar de empresarios y operadores económicos que consideran que lo que está ocurriendo es verdaderamente escandaloso.

Según las estimaciones confiables, la inflación del último mes llegó casi a los dos puntos, por lo que se considera que en lo que va del año ya está por arriba del 15 por ciento. Si esto es así, la inflación anual sería de unos treinta puntos, un porcentaje peligroso para el funcionamiento de cualquier economía, incluso la nuestra. El problema en este caso se agrava porque el gobierno de los Kirchner no quiere hacerse cargo de estos números. Consideran que la mentira es más confortable que la verdad y, a esta altura de los acontecimientos, no se sabe a ciencia cierta si mienten para engañar a los demás o se mienten a ellos mismos.

En estas condiciones a nadie le debe extrañar que los Kirchner sigan protegiendo y respaldando a Guillermo Moreno. Ya no se trata de defender a un controvertido funcionario de segunda línea. Lo que importa es sostener contra viento y marea un principio, un fundamento de credibilidad. Por ese camino el gobierno se ha comprometido con Moreno más allá de lo conveniente. Tanto se ha resistido a admitir que los datos del Indec son falsos, que hoy la renuncia del funcionario habilitaría a pensar que, efectivamente, durante meses, desde la más alta responsabilidad del poder se ha estado mintiendo a la opinión pública.

Como el jugador compulsivo que sigue apostando, sabiendo que ya no tiene alternativas, el gobierno dice aferrarse a un funcionario en nombre de la gobernabilidad, cuando en realidad a lo que se aferra es a una ilusión, a una mentira. A nadie se le escapa que el juego es peligroso no sólo para el gobierno, sino también para la economía nacional. El problema de los Kirchner es que a esta altura del proceso no sólo no quieren, sino que no saben cómo retornar a la verdad.