Opinión: OPIN-03
AL MARGEN DE LA CRÓNICA
Un brote de locura kitsch

En Santa Rosa de Lima sucedió un hecho encantador: un milagro, una bendición, que revolucionó el barrio, ya cansado del cartel de zona roja que padece a diario. Un perro fue el instrumento de alguien que provocó la dicha, a partir de la construcción de una imagen de Cristo, en una pared de una agencia de Quiniela.

El tiempo tiene varias formas de consumo. Y cada uno tiene su propio consumo y seguramente hay miles de formas de consumo de tiempo inimaginables. Las elegidas, las sugeridas, las mandadas, las elegidas y sugeridas, las elegidas y mandadas. Es difícil delimitar el deseo propio en medio de tanto mandato, deberes y oportunidades, y por lo tanto elegir la forma de ese consumo.

En ese territorio que uno habita, construye y afecta se suceden innumerables situaciones que definen el consumo (el tiempo puede ser usado, aprovechado, disfrutado, tirado, quemado, transformado...) y a la vez hay gente que corre detrás de una rutina, de un reloj que marca el rumbo de una vida, más allá de las ganas. Y así se enumeran en segundos rostros serios, apurados, comandando autos soberbios que pretenden ser primeros; niños no escuchados y empujados en esa avenida donde todos compiten por ser y nadie se anima a serlo; rostros y necesidades que nadie ve y muchos sienten vestidas con miradas de resentimiento; agresiones y violencia; mujeres y hombres jugándose la vida en "Bailando por un sueño", el programa más visto y comentado de la televisión argentina; padres ausentes y ocupados en cosas "serias"... Respuestas, ocupaciones, sucesos... que deshumanizan, en cada tiempo un poco más.

El perro, su orina, los ruegos y velas alrededor de la imagen dibujan una locura, pero de esas que provocan sonrisas, fe y esperanza; crean fervor y aires místicos. Otra forma de consumir el tiempo.