Opinión: OPIN-04
Artes Visuales
Mis búsquedas en estos últimos años

Domingo Sahda

En la Sala de Exposiciones del 7º Distrito, Dirección Nacional de Vialidad, 27 de Febrero y Salta, de Santa Fe, fue abierta recientemente y para su consideración pública una exposición de trabajos de la artista Geraldhyne Fernández, quien, con el título de Mis búsquedas en estos últimos años muestra una colección de trabajos enmarcados en la tónica del grabado desarrollados como impresión en el plano, su técnica ortodoxa a la que le agrega, y siempre como origen en la misma técnica, objetos tridimensionales y libros de artista (uno). Suma al proceso de elaboración de matrices diversas y a su impresión la elaborada construcción de objetos y piezas únicas que rehúsan conceptualmente la idea de multiplicación propia del Grabado como lenguaje visual explorando de este modo otras alternativas formales y discursivas de este territorio del arte plástico, cuyo origen es ancestral, apareciendo como manifestación visual en diferentes culturas, que en occidente cobra, relevancia social a partir de la impresión con tipos móviles e imágenes especialmente elaboradas en tacos de madera cuando Gütenberg da a conocer y difunde la primera Biblia ilustrada con imágenes al alcance del cuerpo social en general.

La autora explora diversas dimensiones espaciales, apelando ora al plano, ora al volumen de geometría cuasi-regular para desplegar sus trabajos pensados y ejecutados en tal diversidad que conservan, no obstante ello y en todos los casos a la vista, la impronta propia del Grabado como lenguaje en imágenes esencialmente abstractas-ordenadas regularmente en planos, semiplanos, curvas y giros lineales, puntos y otros acentos visuales.

Las cajas laberinto, los planos impresos y recortados, los textos escritos incorporados a más de la ocasional aplicación de tintas de color planas conforman un universo expresivo que evidencia una constante tensión entre rigor racional compositivo y pulsión expresiva emocional autosofrenada. Fernández construye discursos visuales que demandan del espectador una reacomodación constante del punto de vista apreciativo, y no obstante tal diversidad, se mantiene en unitario discurso de sintaxis expresiva.

La concepción de decidida carga subjetiva, la descripción realista o la construcción de subjetivos e irreales "mundos" se ven desechadas voluntariamente por la expositora, quien, poseedora de un sólido oficio y un manifiesto rigor en los desplazamientos compositivos subraya una y otra vez asépticas construcciones geométricas en las cuales la emotividad está controlada por el registro de la objetividad y la precisión racional.

Los procesos de elaboración se consolidan en construcciones impecables y no obstante ello, o quizás a contramano de este permanente autocontrol, por sutiles resquicios se filtra la subjetiva, imprecisa percepción de lo sentimental. Esta cuestión tiñe e inficciona los textos, las palabras y los títulos elegidos para nombrar cada uno de los trabajos, para señalizarlos, pero también ello sucede con los elementos que incorpora una y otra vez a los planos de las linografías. La elección del o los objetos reelaborados con recurrencia y su incorporación no responde a cuestiones puramente compositivas de un lenguaje plástico racional (en el sentido de geometrizante) sino que significan y apelan a una vertiente expresivo-afectiva que se cuela, quizás subrepticiamente. Por ello, otorgan un "otro" perfil al desarrollo de su lenguaje visual.

La vibración subjetiva solapadamente acecha e insinúa sus tintes en estos controlados trabajos donde todo parece estar donde debe estar. No hay lugar para las improvisaciones y los raptos de humor en esta muestra que se constituye, como la autora lo expresa, en "sus búsquedas de los últimos años". Exploraciones que no muestran notables quiebres o reorientaciones, sino una constante persistencia en su "decir" determinado por un constante empeño por explicarse en estos acotados mundos ordenados y claros que centran la atención, evitando cualquier supuesto descontrol subjetivo.

El riesgo que corre la expositora es la reiteración de sí misma, convirtiendo su solvencia profesional como grabadora artista en un "juego de abalorios" que se ordenan cada vez de distinto modo pero son esencialmente los mismos. Aquí nada es tan simple ni tan llano como a primera lectura aparece ya que el arte tiene su correlato en el contexto en el cual se producen, asociando conceptualmente palabras e imagen, en una unidad de sentido expresivo y comunicacional. Quemar las naves siempre es un desafío que vale la pena correr, pues nada de lo propio se pierde y si se puede, gana lo nuevo.

La agonía del creador tiene múltiples vías de resolución, a veces de huida, de escape quizás. Mas, estas últimas en todos los casos son apenas un respiro, el necesario antes de recomenzar la aventura del taller.