Opinión: OPIN-04
Al margen de la crónica
El cine nacional suma puntos

Si hay que buscar adjetivos, "prolífico" no sería el más adecuado para aplicarlo al conjunto de la obra de Lucrecia Martel: tan sólo dirigió tres películas en casi una década. Tampoco sería del todo correcto decir que sus trabajos son fáciles de comprender. De hecho, en la percepción de muchos espectadores las historias firmadas por ella son más bien intrincadas y confusas. Pero nadie puede discutir que "renovadoras" y "diferentes" son calificativos que calzan perfectamente en la descripción del trabajo de esta cineasta que, en los 90', despuntó junto a un grupo de jóvenes (Adrián Caetano y Pablo Trapero entre otros) dentro del movimiento conocido como Nuevo Cine Argentino.

Cuando dirigió "La ciénaga" en 2001, extraño y desalentador cuadro de una familia argentina que, se adivina, tuvo un pasado de esplendor, y que de a poco se sume en la miseria, se ganó un lugar destacado en varios festivales internacionales que la catalogaron entre las mejores óperas primas de aquel año. Ahora, la reciente llegada a las salas de "La mujer sin cabeza", el nuevo film de Martel tras cuatro años sin estrenar, deja en claro nuevamente que, a pesar de no ser el cine masivo y fácil de digerir que en general pretende el gran público, la realizadora argentina se mantiene fiel a sus postulados estilísticos y temáticos, otorgando una envidiable uniformidad a su por ahora escueta obra.

Este reciente estreno, sumado a la última película de Trapero "Leonera" que aborda con inquietante verosimilitud la realidad del sistema carcelario, constituye un síntoma del talento y el ansia de nuevas búsquedas que persiste en los jóvenes exponentes del cine nacional. Y que adquiere una importancia mucho mayor en países como éste, donde dedicarse al arte, en cualquiera de sus expresiones, siempre cuesta más.