Región: REG-02
Editorial
La sartén por el mango

"Hoy en día, el que sea dueño de la tierra tiene la sartén por el mango". La frase pertenece al Ing. Mario Bragachini, uno de los especialistas que más conoce de las nuevas tecnologías y que desde el Inta Manfredi hace honor a los técnicos argentinos formados por nuestros entes oficiales, prestigiando al organismo desde adentro.

La expresión fue usada en medio de la charla que mantuvo con Campolitoral en las jornadas de agricultura de precisión, que en conjunto organizaron el Inta y AFA María Juana. En medio de un escenario sumamente difícil, la convocatoria de más de 500 productores ávidos de conocimientos reforzó la idea de un sector que sigue apostando a crecer y a hacer más eficientes sus emprendimientos.

Enfatizando sus ideas con un marcado acento cordobés, Bragachini expone cuestiones bien serias que desnudan falencias de fondo inherentes a la mentalidad del productor argentino. Si bien la transformación generada por el campo es realmente notable y tal vez todavía no se dimensione en su verdadera magnitud, todavía quedan deudas pendientes por superar que tienen que ver con las estructuras de pensamiento y con las necesidades de un mundo que evoluciona, cambia y se transforma a una velocidad tal que obliga a estar con la mente lo más abierta posible.

Para el especialista, el modelo asociativista ya no es un planteo interesante a mediano plazo, sino más bien una necesidad inmediata que garantice la subsistencia misma del productor. El ejemplo de los "farmers" norteamericanos que trabajan part-time en sus campos y en plantas industriales como la de John Deere, grafica una alternativa eficiente, tal vez más parecida a una sociedad anónima que a una cooperativa.

En este esquema ultra competitivo, la tierra es el recurso estratégico por el cual "luchan" los modelos productivos, y en donde el tambo, la ganadería y la agricultura entablan un conflicto silencioso y a veces cruel, en donde la rentabilidad es la única meta final.

Para poder poner freno a estas tendencias, se hace indispensable el trabajo constante de un Estado nacional que avale con sus presencia y su gestión al hombre de campo y la ruralidad como un bien en sí mismo, preservando a los pequeños productores de las tendencias descarnadas del mercado y atenuando sus efectos con políticas que mantengan a la gente en sus lugares de origen, facilitando la vida en donde todo es mucho más difícil.

Pero también es igualmente importante que los resortes privados se mantengan ágiles, generando ideas, juntando movimientos y aunando esfuerzos constructivos para sortear estos difíciles desafíos. No todo es culpa de la sequía o del Estado, y estaría bien que la autocrítica interna permita generar instancias superadoras que, traducidas en proyectos concretos, permitan implementar los caminos hacia adelante. Hoy, para tener la sartén por el mango debemos estar juntos, o esperar definitivamente a ser absorbidos por los grandes.