Opinión: OPIN-05
Al margen de la crónica
Arquitecto de la política

El peronismo va a extrañar a Alberto Hammerly, fallecido esta semana después de padecer durante varios años una cruel enfermedad. Lo va a extrañar además el peronismo capitalino, ya que durante años fue quien llevó adelante acuerdos y alianzas electorales para mantenerse en el poder y para no desperdigarse.

Murió ocupando una banca en la Cámara de Diputados y en su corta vida política fue el único mandato que no pudo terminar. Tal vez ni lo empezó porque su resquebrajada salud apenas le permitía ir a cumplir con su compromiso a la hora de la sesión y saborear los últimos sorbos de la política. Era distinto al Hammerly presidente durante cuatro años de ese mismo cuerpo. En esa etapa imperó el diálogo, la tolerancia y la búsqueda de consenso. Fue una etapa difícil cruzada por la crisis política del 2001-2002 donde muchos sectores sociales clamaban "que se vayan todos" y por la inundación del 2003 en la ciudad capital y aledaños. Pese a esos embates pudo construir consensos e intentó desde allí llegar a la gobernación. No pudo pero ayudó -y mucho- a que Jorge Obeid lo hiciera y éste le ofreció el ministerio de Obras Públicas. El cargo y la personalidad ayudaron al peronismo permanecer unido en esos cuatro años y le tocó ordenar la salida de Aguas Provinciales y la organización de la actual Assa.

Antes había sido cuatro años director provincial de Vivienda y Urbanismo desde donde llegó a la función pública de la mano de Carlos Reutemann y luego presidió cuatro años el Concejo Municipal en tiempos de Horacio Rosatti como intendente.

En la primera sesión con su ausencia, Diputados le tributó un reconocimiento donde hubo expresiones tanto desde el justicialismo como desde los distintos sectores del Frente Progresista. Mario Lacava desde el primer sector y Santiago Mascheroni desde el segundo coincidieron en utilizar la palabra leal. El justicialista valoró la lealtad con todo lo que significa el término en esa fuerza; el radical lo definió como un leal adversario con quien era posible entenderse más allá de las diferencias. Unos y otros sabían de qué hablaban.