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DESTINOS
Mejor perderse que nunca embarcar
De Pisa a Praga. La vida es ésta y como dice una canción, "mejor perderse que nunca embarcar". El destino era Praga, en la República Checa, y el punto de partida, la torre de Pisa, Italia. En el medio fueron 2400 kilómetros recorridos visitando cuatro países y recogiendo experiencias inolvidables, tanto en Alemania como en Austria, comunidades tan distintas a la nuestra. textos de Juan Daniel Rodríguez Primo.

Dos cosas deslumbran de este viaje que parte de Praga y culmina en Pisa: el orden y la perfección del primer mundo alemán y el exceso de belleza de Praga. Abundancia por ambas partes. Exceso de bienestar en Munich y exceso de riqueza arquitectónica en Praga.

Alemania es un país estratégicamente diseñado, donde se ha pensado en todo con anticipación, adelantándose a los nuevos tiempos. Allí no inauguran obras para la campaña política, las cosas se hacen para siempre, para que duren. Las autopistas son totalmente gratis, de muy buena calidad y sin carteles publicitarios, lo que hace que la agresión visual se reduzca a cero. A pesar de que no haya límites de velocidad, se maneja con mucha seguridad en rutas sin peajes, donde hay un bajo índice de accidentes de tránsito.

La ciudad de Munich es de una modernidad tal que uno puede transitarla perfectamente en bicicleta, dado que hay un gran respeto por el ciclista. Es posible llegar al centro desde zonas suburbanas recorriendo las bicisendas, pero lo más llamativo de todo es que, además, hay semáforos para los ciclistas, que reorganizan el tránsito.

Algo parecido sucede con el peatón: basta pisar la senda para que nos den paso. El ingreso al centro es posible hacerlo también en subte y en tranvía, servicios de muy buena calidad que no contaminan el medio ambiente. En eso hay una gran atención, y lo novedoso es que en el centro de Munich, frente a la municipalidad, existen numerosos servicios de bicitaxi, al mejor estilo oriental, pero un poco más modernizados. El paseo de media hora en la ciudad cuesta 20 euros y cuando más trabajan es durante el Oktoberfest, para llevar hasta sus hoteles a quienes han bebido de más y no pueden llegar caminando.

Los alemanes viven muy bien, con una gran calidad de vida, sin estrés y sin grandes estados de ansiedad, pero hay algo que llama la atención: la cantidad de cerveza que beben. Es muy común que a la hora de la siesta o cuando salen de sus trabajos se reúnan en los bares de las plazas céntricas a tomar "su jarra de litro" de cerveza. Hombres y mujeres. Es imposible estar en Munich y resistirse a la típica cocina bavarese. Sus cervezas de todos los colores con el tradicional chucrut, acompañadas con las famosas salchichas blancas de cerdo y el puré con vinagre.

Pero el punto de reunión y el atractivo turístico lo brinda la antigua cervecería HB, donde el plato principal es la pata de cordero con papas y cervezas. Es una gran cervecería con gigantescos y antiguos salones y jardines repletos de gente durante todo el día. Allí, desde las 9, los alemanes junto a los turistas de todo el mundo, toman hasta emborracharse mientras se divierten y hablan a gritos. ¿Argentino?, preguntan. - "Maradona", dicen. Mientras nos recuerdan irónicamente el mundial de Italia 90, uno les hace recobrar la memoria de aquel mítico México 86 y también les señala a Brown, Valdano y Burruchaga.

El nivel de vida austríaco

Luego de cruzar el norte italiano con montañas cargadas de manzanos y duranos ya florecidos, se llega al Tyrol de Austria, uno de los 10 países con mejor nivel de vida en el mundo.

De Austria se habla poco, nunca es noticia como Suiza, pero vale la pena decir que se vive muy bien dado que ha dejado de depender económicamente de Alemania y su industria ha tomado vuelo propio. Ahora los austríacos se están preparando para ser sede de los Europeos de Fútbol y están remodelando y embelleciendo ciudades como Viena e Innsbruck.

Un detalle: los paseos, jardines y las plazas públicas de Austria están sembrados con tulipanes de todos colores y nadie toca nada, están para contemplarlos.

Las maravillas de Praga

Por último, y luego de dejar Munich, llegamos a Praga. Estábamos expectantes por ver qué tipo de país encontraríamos, sobre todo con la explosión del capitalismo.Y los contrastes existen, porque rápidamente pasamos del verdadero primer mundo alemán -con su poderoso parque automotor- a un modesto país que está creciendo a pasos agigantados.

En muchas cosas uno intenta una comparación con Buenos Aires: calles sucias y rotas con gente que se ha enriquecido notablemente, pero con otros que han quedado fuera del sistema y viven de manera marginal.

Tal vez hubiese sido mejor conocer a Praga diez años antes de que se globalice, sin los Mc Donalds, los Gucci y los Armani, pero es siempre maravillosa por su riqueza arquitectónica y por todo lo que propone. Es una ciudad armada para el turismo, que es desbordante de lunes a lunes.

La única forma de conocer la ciudad es contratar un tour con guías. En dos horas a bordo de una tráfic se recorren los 4 puntos más importantes: la ciudad nueva, la ciudad vieja (incluyendo el barrio judío y la casa de Kafka), el barrio Malá y el castillo de Praga.

Nuestros ojos no se cansan de la belleza que significa ver el puente Carlos sobre el río Maldova, seguramente la postal más característica de Praga.

Por la tarde, elegimos un restaurant típico de comida checa para reponernos de la jornada, y fue allí donde saboreamos la mejor cerveza del mundo, sin dudas. A la jarra de la bebida negra checa la acompañamos con un plato muy abundante de rodajas de pierna de cordero con una salsa de repollo colorado, salchichas de varios tamaños y colores y dos tipos de papas. Después de todo, la gastronomía es una forma de conocer su cultura.

Llamativamente, los checos -y no los alemanes- son los mayores bebedores de cerveza del mundo y producen más de 470 marcas en sus distintas variedades.

Cuando cae la noche es obligatorio un paseo por la ciudad vieja, repleta de restaurantes. Pero para los argentinos hay uno que llama la atención: "Steakhouse El Gaucho, parrillada argentina", dice el cartel. Tan argentina que en la puerta hay un señor de piel muy oscura, vestido de gaucho con un típico poncho salteño. Ante la pregunta obligada: "Where are you from ‡ gaucho?, el hombre responde en un perfecto ingles: "De Nigeria" , y asegura que la carne es de primera calidad y que el menú cuesta 32 euros.

Una ciudad receptiva

PRAGA Y EL TURISMO.

En esta ciudad checa, todo es aprovechado para promocionar el turismo. Desde el hotel Europa, donde se alojó Tom Cruise cuando filmaba "Misión Imposible", hasta el teatro de la plaza Vencesalo, escenario en el año 1968 del pacto de Varsovia y en 1989 de la "Revolución del terciopelo".

En ese mismo teatro, Mozart estrenó, en 1787, su más famosa ópera, "Don Giovanni" . Y más tarde fue filmada la película "Amadeus".