Los mundos del trabajo, el arte y el sexo

ROBERTO MAURER (ENVIADO ESPECIAL)

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Uno de los hallazgos del Festival de Cine de Mar del Plata fue una sección dedicada al mundo del trabajo y los conflictos sociales en Italia, entre la posguerra y los '70, en el cual se exhibió un material del Archivo Audiovisual del Movimiento Obrero y Democrático de Roma creado por Césare Zavattini, uno de los inspiradores del neorrealismo. Los films fueron acompañados por el profesor italiano Antonio Médici y no han sido muy divulgados a pesar de que algunos fueron realizados por figuras conocidas, como el propio Zavattini, Carlo Lizzani, Gillo Pontecorvo, Ugo Gregoretti, Ettore Scola y el actor Gian María Volonté.A veces son obras colectivas y auspiciadas por sindicatos o el PCI, y tratan a través de documentales y ficciones acerca de la migración interna, las condiciones de trabajo en las fábricas y los conflictos gremiales, a veces concebidas sobre la marcha como diarios de contrainformación.Del ciclo vimos "Trevico-Torino", realizada por Ettore Scola con apoyo de organizaciones obreras. La hizo en 1973, cuando ya era conocido pero no tan empalagoso. Es una ficción con fuerte acento documental sobre un joven del sur, de Trevico, que llega a Torino para trabajar en Fiat y vive sus desventuras en el marco de la agitación política de la época. El blanco, durante todo el film, es la Fiat y su sistema de trabajo, que son atacados con una inusitada frontalidad. Lleva como subtítulo "Viaggio nel Fiat- Nam", asociando el nombre de la fábrica a Vietnam. "Trevico-Torino" es más bien una curiosidad que transmite la urgencia de la época, pero carece de valor cinematográfico. Años antes, Visconti también había abordado la "cuestión meridional" en "Rocco y sus hermanos", y dejó una referencia inapelable.

La firma de Takeshi Kitano siempre proporciona lustre a un festival. Se presentó "Aquiles y la tortuga", su último trabajo, que completa una trilogía sobre la destrucción del artista. A través de la paradoja de Zenón del título, instruye acerca de la imposibilidad de alcanzar a la tortuga, o sea la obra maestra.

Según entendidos, con esta película Kitano se recupera de un período de declinación, relatando la vida de un pintor desde la infancia a la vejez. Es un niño que pinta sin parar, que es una víctima de la desgracia y recibe golpes -muchos de ellos literales- de la vida, como un huérfano de Dickens. Transcurre en un pasado indefinido, con una magnífica recreación de época, como un folletín que mezcla truculencia y humor, al gusto de Kitano.

Después llegan los años de formación académica y su negación a través de vanguardias frenéticas, y luego el artista se enajena en una búsqueda sin fin, con fracasos que lo conducen a obras que demandan la destrucción física.

Cada paso artístico del pintor es un sketch cómico, para un film que también se burla del negocio del arte, y remata con final feliz. Kitano interpreta al artista en la madurez, y las pinturas son suyas.