Panorama político de la semana

“Dejad que los fondos vengan a mí”

La fe oficialista requiere de sus practicantes, cada vez más esforzados ejercicios de suspensión del sentido común y negación de la evidencia. Pero todo se aclara con un par de principios.

Sergio Serrichio (CMI)

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El paulatino despoblamiento de la peatonal K, aquella por la que transitan quienes no derivan ninguna ventaja directa o explícita del credo oficial, requiere de los oficiantes, a quienes la pertenencia orgánica les brinda cuanto menos los beneficios de la jerarquía, contorsiones discursivas y ejecutivas cada vez más espectaculares para seguir la “línea” del matrimonio gobernante.

Sin una mezcla de fe acrítica y cínica conveniencia, se hace muy arduo entender cómo casi el mismo elenco que hace cinco años y medio aplaudió la promesa de Néstor Kirchner de ponerle “traje a raya” a los evasores, explique ahora la inteligencia y virtud de la decisión de la presidenta Cristina Fernández de recibirlos en triunfo y acompañar su entrada con ululante sirena de bomberos.

El proyecto de blanqueo de capitales que el Ejecutivo presentó hace unos días con la misma urgencia con la que antes decidió reestatizar el sistema previsional y “rescatar” a los jubilados, manoteándoles 100.000 millones de pesos, a cambio de la promesa de un futuro mejor, desmiente también denuncias más recientes.

En el fuero penal-tributario, el encargado de perseguir a los candidatos al “traje a rayas”, ya no serán necesarios jueces que “liberan y liberan”, como Néstor y Cristina denunciaron semanas atrás, para, en un solo movimiento, esquivar responsabilidades y montarse sobre el reclamo de mayor seguridad. La ley propuesta por el Ejecutivo haría el trabajo.

A cambio, la Argentina se beneficiaría con un influjo de fondos que, si son atraídos por esta mezcla de jubileo y amnistía, es porque tienen mucho que ocultar y por ganar en relación a su status previo.

Todo blanqueo de capitales está expuesto a la impugnación ética y al cargo de injusticia. Pero si es arduo creer en la política “distributiva” del kirchnerismo, quedar prendado de su “clima de inversión” como para inmovilizar dinero dos o más años pertenece al relato fantástico. O, más terrenalmente, al mundo de los “amigos”. De esos que lo son en las buenas y en las buenas. Aquellos para los que la “seguridad jurídica” es la contracara de la seguridad jurídica de verdad, basada en la ley, el trato igual de los iguales y el trato diferente de los diferentes.

¿Piensan por su cuenta?

Cuando, en las próximas semanas, el Congreso discuta el proyecto de moratoria previsional y tributaria el blanqueo de capitales propuestos por el Ejecutivo —eso sí, en nombre de la preservación del empleo y del blindaje contra los coletazos de una crisis que hasta hace semanas era objeto de mofa—, los legisladores tendrán otra oportunidad para demostrar que piensan por su cuenta. Veremos qué sucede.

Mientras, la centralización decisoria y los cambios de frente del gobierno nacional hicieron que algunos oficialistas quedaran en “orsai”. Apenas dos ejemplos ilustran el punto.

“Y... mandarán una ley, porque hay que reformar la ley de ministerios”, dijo a este diario Agustín Rossi, el jefe del bloque K en Diputados, minutos después de escuchar que la presidenta anunciaba la creación del Ministerio de la Producción. Rossi se enteró luego de que la Rosada tenía otro plan: un DNU. Porque era Necesario y Urgente crear ese ministerio, el mismo que Kirchner había abolido de la estructura que recibió de Eduardo Duhalde y que ocupó el polifuncional Aníbal Fernández.

En tanto, el gobierno de Daniel Scioli, un aliado imprescindible de los Kirchner, presentó la reforma del Código Fiscal Provincial, un proyecto antievasión que crea las figuras del agente encubierto, el informante y el arrepentido, a fin de detectar casos en que “una persona física o jurídica (...) ha incurrido o incurrirá en evasión total o parcial de sus obligaciones fiscales”.

En otras palabras: mientras la Nación propone limpiar causas y dejar libre de culpa y cargo a evasores declarados, Buenos Aires se propone perseguir hasta a quienes aún no lo son.

La asimetría —de algún modo hay que llamarla— refleja también las diferencias entre el fisco nacional y provincias esquilmadas por la centralización recaudatoria. En la semana que pasó, Diputados aprobó por un margen de cinco votos la prórroga del Impuesto al Cheque, del que los distritos del interior reciben menos del 15 por ciento. Ahora es el turno del Senado, el recinto “federal” por excelencia. Por algo el propio Néstor Kirchner empezó a negociar listas de obras públicas en las provincias.

“Dejad que los fondos vengan a mí”

Cristina Fernández de Kirchner.

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ADEMÁS

Plasticidad kirchnerista

Entre las muestras recientes de plasticidad kirchnerista también debe anotarse el aumento de las tarifas de gas para grandes usuarios residenciales e industriales. Que el gobierno impulse la suba de los precios energéticos locales, luego de que el precio mundial del petróleo y del gas se desplomara, es la evidencia más clara de la insensatez de lo que hizo en los cinco años y medio previos. Se ahorrarán 1.400 millones de pesos en subsidios a sectores pudientes, explicó el viernes Julio De Vido, y puso como ejemplo el uso de energía para calefaccionar piletas en invierno, justo cuando arreciaban los cortes eléctricos por el calor.

Así es en el mundo oficial: quienes denunciaban por insensata y distributivamente absurda la política tarifaria oficial eran neoliberales que querían “enfriar” la economía, nostálgicos de los ‘90, voceros de la peor derecha, defensores de intereses inconfesables. Pero cuando el ajuste es inevitable —y se hace incluso a contramano del mundo—, el gobierno lo presenta cual si fuera Robin Hood.

Entre uno y otro acto, el país en su conjunto perdió años de reserva de gas y petróleo y el Estado nacional miles de millones de pesos en subsidios innecesarios, dinero que ahora busca a manotazos, con la reestatización previsional, con el sospechoso blanqueo de capitales y con las sorpresas que seguramente deparará el futuro.

La aparente sinuosidad es, sin embargo, entendible cuando se sigue la huella del dinero. “Dejad que los fondos vengan a mí” sería el apotegma kirchnerista, casi tan importante como el mandamiento de obediencia.

Apenas dos principios y todo se hace diáfano, claro.

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EL DATO

Caída de imagen

Cristina Fernández de Kirchner superó en noviembre el 39 por ciento de imagen negativa y alcanzó el 28 por ciento de aceptación entre los encuestados por la consultora Poliarquía. El informe detalló que la jefa de Estado obtuvo una imagen positiva de 28,4 por ciento, al tiempo que el 31,5 por ciento de los entrevistados calificó la gestión presidencial como “regular”. En tanto, el 39,2 por ciento consideró negativa su imagen y sólo un 0,9 por ciento decidió no responder a la encuesta.

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la clave

Por el Beagle

Cristina Fernández viajará a la ciudad chilena de Punta Arenas para reunirse con su colega Michelle Bachelet. Juntas conmemorarán la mediación papal de 1978, que evitó un enfrentamiento bélico entre los países por el canal de Beagle. Las dos presidentas tienen previsto colocar la piedra basal del monumento en honor al papa Juan Pablo II, quien logró, por intermedio del cardenal Antonio Samoré, que se firmara un acuerdo para terminar con el conflicto limítrofe.