Lengua viva

Hablemos de la evaluación educativa III

Evangelina Simón de Poggia

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Divagábamos sobre la evaluación en el ámbito educativo. También de la paradoja en la que estamos sumidos al calificar numéricamente, creer que pensamos al conocimiento cualitativamente, algo que, finalmente, tanto para los educandos como para los educadores, padres y comunidad en general, deriva en un resultado un tanto confuso, en el que hay un predominio mental cuantitativo. Hoy, la sociedad en general, está encantada cuando en la libreta de calificaciones de sus hijos visualizan un diez, más allá de los conocimientos que, realmente los chicos tengan. Recordemos lo problemática que fue para padres y docentes la época en la que se pretendió instaurar un concepto con predominio cualitativo, como fue el de “muy satisfactorio, satisfactorio y no satisfactorio.” ¡Siempre buscábamos la equivalencia numérica! El fracaso fue inevitable, aunque, sin duda, el entorno cognitivo en el que se basaba era mucho más justo y realista desde la perspectiva de nuestro interés. Otra paradoja a la que hacíamos referencia es la de no poder soslayar los tiempos, los cuales nos obliga a exigir a los alumnos, que realicen la misma evaluación en tiempo y forma, sin respeto a sus propios procesos. ¡Pero es inevitable! ¡El sistema que construimos no nos lo permite! Así pensamos al universo que hemos dado en llamar “proceso de enseñanza-aprendizaje”. Otra perspectiva evaluativa sobre la que tendríamos que reflexionar es sobre lo que hemos denominado “a libro abierto”. Los alumnos pasan demasiado tiempo recorriendo el material bibliográfico en busca de la respuesta. Si la consigna los obliga a realizar operaciones en las que, lo supuestamente elaborado, se ponga en acciones comparativas, proyectivas, etc., están perdidos. Muchas veces no pueden abstraerse del hábito de la memorización y de los conocimientos estancos. Debemos pensar en las bondades del método y en las causas de los resultados deficitorios. Tal vez, tengamos que concentrar nuestra atención en el desarrollo de hábitos que los conduzca al éxito y no al fracaso, durante el desarrollo de los procesos. El tema es interesante por su validez, pues, además, introduce a los educandos en la investigación.

Pensaba, si, quizás, la Educación a distancia, nos podrá aportar algo en este ámbito, dado que el perfil plantea instancias “autoevaluativas”, construidas por los propios tutores y profesores especializados, acompañadas por ejercicios de “autocomprobación” de los resultados en cuanto a los procesos de aprendizaje; “las evaluaciones a distancia”, cuya característica fundamental es la posibilidad que se le da al alumno de pensar, consultar bibliografía, razonar, establecer relaciones temáticas, proyectar, etc. El profesor/tutor les devuelve las evaluaciones con las correcciones pertinentes para que el educando las considere, e incluso, pueda refutarlas en aquellos aspectos con los que no acuerde. Es donde la bidireccionalidad toma su verdadera dimensión, es una instancia que constituye un proceso, dentro del proceso educativo.

Hablé de la importancia del desarrollo de hábitos. Éste es el caso. Son procesos que deben acompañar a las edades y posibilidades de los alumnos, de tal suerte que cuando quieran acceder a estudios superiores, estén preparados para asumir esta instancia que forma parte de los mismos.