llegan cartas

Cubrir las necesidades de nuestros mayores

 

Roxana Gaggino

DNI: 14.681.512. Ciudad.

Señores directores: Mi suegro, Faustino Manni, tiene 87 años. Chumi, como lo conoce todo el pueblo de San Jerónimo Norte donde vive, es muy famoso por transitarlo a diario con su bicicleta; es casi casi el contador oficial de cuentos en cuanto asado se organiza. Sus amigos de toda la vida lo reconocen como un hombre trabajador, memorioso, solidario, honesto, siempre dispuesto a tender una mano.

Hasta hace unos meses, era envidiable la actividad que desplegaba por su edad. Chumi. Como casi todos los descendientes suizos que viven en esa zona, tiene unos ojos celeste cielo que le jugaron una mala pasada. Dada esta predisposición genética y su avanzada edad presenta un debilitamiento de la córnea que lo ha dejado prácticamente sin visión. Ya le resulta imposible salir en la bici, hacer las compras o acompañar a su esposa que también tiene severos problemas de salud.

Necesita un trasplante de córnea casi de manera urgente. Sus días se han convertido sólo en un pasar de horas en la “seguridad” de su hogar.

Pero claro, ¡tiene 87 años! ¿Para qué acelerar las cosas? Mejor esperamos un poco. Así mientras esperamos, tenemos menos gastos. Total él ya vivió. Apuremos mejor los expedientes de las personas más jóvenes. Si nadie va a decir nada. Si toda nuestra sociedad está preparada para relegarlos. Si ya sabemos que es prácticamente una “ley nacional” no brindarles a nuestros ancianos lo que necesitan para mejorar su calidad de vida. Como Chumi debe haber miles de jubilados esperando por un trasplante o una prótesis o la solución a algún problema urgente.

Podemos evitar muchas cosas en nuestras vidas, pero indefectiblemente el paso del tiempo nos afectará sin distinción de género y rango. Ojalá aprendamos todos a respetar y valorar a nuestros mayores. Lo deseo de todo corazón. Así, cuando nuestros hijos o nietos sean grandes, no tenga que padecer sino disfrutar la vejez.