Recorrida de El Litoral por Villa Teresa

Las familias de los pabellones aguardan ansiosas habitar en una casa de material

La relocalización de cuatro familias que habitaban sobre la Ruta Nacional 168 en Villa Teresa está próxima a cumplir un mes. Las estructuras de chapa se tornan insoportables con las altas temperaturas, de ahí la necesidad de que el municipio termine de construir sus viviendas.

Las familias de los pabellones aguardan ansiosas habitar en una casa de material

Quienes conversaron con El Litoral manifestaron que el avance de las construcciones es muy lento.

Mónica Ritacca

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A pocos días de cumplirse un mes de que ocho familias dejaran de habitar a la vera de la Ruta 168, en los pabellones de emergencia dispuestos los primeros meses de 2007 por la gestión municipal de Martín Balbarrey para alojar “temporariamente” a las familias que comenzaban a verse afectadas por la crecida del río Paraná, El Litoral recorrió el lugar donde cuatro de ellas fueron relocalizadas: Villa Teresa.

Cafferata, La Pampa, Santa Cruz y Padre Figueroa son las calles que comprende el terreno donde fueron armados nuevamente los pabellones hasta tanto se terminen de construir, en el mismo lugar, las viviendas prometidas por el municipio. Los nuevos vecinos de Villa Teresa están ansiosos por reemplazar las estructuras de chapa por construcciones de material. Sin embargo, observan que “los trabajos avanzan muy lentos” y temen tener que festejar, por tercera vez, la llegada del 2010 en los módulos.

Ayer al mediodía, tres personas sentadas debajo de un árbol esperaban una ráfaga de aire para apaciguar el calor. Una de ellas era “Pajarito” Hernández, uno de los últimos en aceptar dejar la ruta y ser trasladado junto a sus hijos a Villa Teresa. “El calor que hace en el pabellón es terrible, por eso estamos acá”, dijo el hombre. Y comentó: “Para colmo, nosotros seremos los últimos en tener una casa porque fuimos los últimos en llegar”.

En el sector de las estructuras de chapa, una cama tendida al aire libre corroboraba lo que “Pajarito” había manifestado a El Litoral. Miguel Ángel Retamoso es quien todas las siestas se acuesta en ella para intentar descansar y, al mismo tiempo, venerar al santo popular que colocó en la puerta de ingreso al pabellón: el Gauchito Gil. “Vivir adentro de los módulos es duro. En verano hace mucho calor y en invierno mucho frío. Pero bueno, qué le vamos a hacer”, dijo. Y agregó: “No veo la hora de tener la casa”.

Consultado sobre cuándo podrían ser terminadas, refirió que es incierto y la última novedad que recibieron es que “la Municipalidad no dispone de un centavo”.

“Casualmente esta mañana vino una persona de Vivienda a notificarnos eso. Nos dijo que esperan dinero de la Provincia o de la Nación para terminar de hacerlas. Espero que llegue pronto, porque aceptamos venirnos a Villa Teresa con la condición de tener nuestra casa”, remarcó Miguel Ángel. Y agregó: “A las otras cuatro familias que vivían sobre la ruta, la Municipalidad les dio $10.000 en concepto de una casa y no sería justo que nosotros, que aceptamos la propuesta del municipio, sigamos viviendo en los pabellones”.

Pedido al Gauchito Gil

Miguel Ángel Retamoso prefirió no dar demasiados detalles del por qué de su devoción al Gauchito Gil. Dijo que la historia es muy larga y que en una próxima visita lo hará. Sin embargo, relató que es a él a quien todos los días le “suplica” por tener su casa de material. “Lo único que quiero es un techo para mis hijos y mi nieta. Si el Gauchito me cumple haré lo imposible para llegar hasta Corrientes”, dijo emocionado.

Consultado sobre la convivencia con los vecinos del lugar, señaló que todavía se están conociendo y con algunos hay rispideces. “A mí me robaron el carrito con el que cirujeaba y a los municipales herramientas que guardaban bajo llave en uno de los pabellones. Por suerte, ahora tengo un trabajo de sereno y me las rebusco”, manifestó.

Por último, el hombre despidió a El Litoral haciéndole saber un deseo: “que la próxima vez sea el interior de su casa el lugar donde converse con El Litoral y no una calurosa estructura de chapa con base de tierra”.

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EL DATO

Respuesta

Consultado por El Litoral, el subsecretario de Desarrollo Social de la Municipalidad, Carlos Medrano, refirió que las cuatro viviendas en Villa Teresa, que permitirían erradicar definitivamente los pabellones, podrían estar terminadas en un período de tres meses. Negó que el municipio no disponga de recursos económicos para terminarlas, sino que es el mes en curso y la licencia del personal lo que podría incidir en el lento avance de las construcciones.

en imágenes

Cuando calienta el sol

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Vivir en una estructura de chapa se torna insoportable cuando la temperatura es elevada. Miguel Ángel Retamoso, uno de los habitantes de los pabellones, optó por dormir las siestas afuera.

Foto: Néstor Gallegos

Devoción por el Gauchito Gil

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Foto: Néstor Gallegos

Yamila tiene 10 años y todos los días le pide al santo popular tener su casa lo antes posible. “Los pabellones son inseguros y no me gustan”, dijo.

Foto: Néstor Gallegos

Un loro que alegra a todos

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Rocío, Miguel, Yolanda y Gladis tienen a Pepo de mascota, un loro que habita con ellos desde cuando estaban a la vera de la 168 y fueron trasladados a Villa Teresa.

Foto: Néstor Gallegos