EDITORIAL

El Norte necesita políticas eficaces

Autoridades municipales, productores, empresarios, trabajadores del norte santafesino han expuesto en diversas instancias, desde hace varios meses, la necesidad urgente de la región. La sequía se ha repetido en 14 de los últimos 20 años, en la zona más postergada de la provincia, y castiga con dureza a su gente.

Lejos queda la Casa Rosada, y poco o nada han aportado los puentes legislativos que el oficialismo nacional reserva para sus propias directivas, que no reconocen otra voluntad más que la propia. La Argentina es un país unitario de hecho; la provincia ha cedido recursos por el abandono del Congreso a sus potestades y a los principios federales del sistema republicano.

Con un signo político diferente al del gobierno nacional, la administración santafesina afronta un dilema: reclama por los principios y se queda sin recursos, o entra en la negociación clientelar que propone el poder central, que ofrece el dinero a cambio de la sumisión.

El gobierno de Hermes Binner ha elegido el primero de esos caminos, que tiene pretensiones éticas. No es reprochable esa línea, pero tampoco es sustentable un gobierno que por virtud testimonial omite la eficacia, entendida ésta como la capacidad de lograr el efecto que se desea, o en este caso, el que se necesita.

Un año demoró la Casa Gris en redactar el plan estratégico que debía ser parte de la propuesta de quien se postulaba al gobierno. Diagnosticar problemas en tiempo real no deja de ser deseable, pero el diseño de políticas de Estado exige un diálogo político aún ausente y no exime de las obligaciones inmediatas de la función pública.

Menos aún cuando las necesidades son acuciantes. El Obispo de Reconquista, Ramón Dus, ha advertido por los “síntomas alarmantes de conflictividad social que preocupan y cuestionan”. La obra pública se ha suspendido, las cosechas fracasaron, los frigoríficos no pueden exportar, el anillo energético no se cierra, las cadenas del algodón o la caña pierden valor y el ingenio de la zona cierra sin que existan respuestas proporcionales a la magnitud económica y social, más allá de la condena a iniciativas privadas que pretenden socializar sólo el riesgo.

Tarde llegó el diseño de la provincia para reunir el ganado en puntos estratégicos que le proveyeran alimento y bebida de subsistencia. Se perdieron 250 mil cabezas por un problema que se veía venir y que no se abordó a tiempo.

Son sólo algunos de los problemas que padece la región y que se traducen en dramas sociales y en crisis personales, que tienen en la tasa de suicidios el punto culminante de una realidad que sigue menos atendida que olvidada.

El Norte necesita políticas eficaces. Los principios que defiende el gobierno provincial pueden tener sustento epistemológico, pero deben añadir acciones que no sólo deben dar respuestas a los requerimientos indispensables, sino que además tienen que llegar en el tiempo en el que son requeridas. Esa es una dimensión de la política que no se puede relegar.