CULTURA

1.jpg

El Loco Chávez, un chanta sensible, sin celulares ni internet.

Primicias de entrecasa

La reedición en libro de las tiras de El Loco Chávez permite asomarse a un fenómeno popular y a toda una época del país.TEXTOS. EMERIO AGRETTI.

Cómo un corresponsal de guerra se convirtió en un cronista de la vida cotidiana. Por qué un personaje de historieta llegó a encarnar el espíritu de una época, al punto de reflejar cosas que ni sus propios autores se plantearon de manera deliberada. De qué manera voluptuosas mujeres de papel soliviantaron neuronas oprimidas y desataron un culto casi frenético. Qué pasa con una serie concebida en un momento determinado y con la cadencia de una tira diaria, cuando se convierte en un libro, 20 años después.

Las respuestas a estas preguntas pueden buscarse -que no necesariamente encontrarse- en el primer tomo recopilatorio de El Loco Chávez, que acaba de publicar en nuestro país Doedytores para su Biblioteca de Historieta Argentina, una oportunidad de reecontrarse con un verdadero fenómeno de la cultura popular o, para las nuevas generaciones, asomarse a él; producto de una de las principales duplas artísticas del medio en nuestro país: Carlos Trillo y Horacio Altuna.

En lo que fue la más extensa de la numerosa serie de colaboraciones entre estos creadores, El Loco Chávez se publicó durante casi 12 años y medio -entre el 26 de julio de 1975 y el 10 de noviembre de 1987- en la contratapa del diario Clarín, a razón de una tira de cuatro viñetas por día.

En ella, que atravesó completa la dictadura militar y más de la mitad del gobierno de Alfonsín, desfilaron como trasfondo las imágenes de un país primero oprimido, luego esperanzado y finalmente desconcertado, pero que no llegó a la globalización y el frenesí individualista del menemismo. Son estampas de la vida cotidiana que incluyen chistes sobre Entel y Encotel, o grafittis de Los Vergara, y que, tras una fachada de apoliticidad, ya alertaban contra la corrupción, la alienación y la trituradora de personas del capitalismo salvaje. Una mirada chispeante pero profunda, portadora casi indolente de valores en retroceso que, aunque frecuentemente distraída por las curvas femeninas que se atravesaban permanentemente a su paso, ensayaba la comprensión y la tolerancia en un país tradicionalmente reacio a ellas.

TRAYECTORIA

En sus inicios, Hugo Chávez -cuyo homónimo de carne y hueso no pocas veces ha sido descripto también con el mismo apelativo- era un corresponsal extranjero, que vivía aventuras en distintas ciudades: Londres primero, luego París, Venecia, Copenhague y San Francisco.

El 26 de febrero de 1976 vuelve a la Argentina para trabajar en la redacción del diario. “¡Por fin!”, fue el grito que funcionó como bisagra entre lo que comenzó siendo el personaje y en lo que se iba a convertir después. Si bien el eje de sus peripecias siguen siendo las investigaciones periodísticas, poco a poco éstas se convierten simplemente en el hilo que enhebra conflictos de la vida cotidiana, atravesados por el humor y el apunte social, y siempre teñidos de profunda humanidad.

Otro factor fundamental que contribuyó al fenómeno fue la entrañable galería de personajes secundarios - “ni buenos ni malos, simplemente impresentables”, según Juan Sasturain-, beneficiada por los precisos y realistas diálogos de Carlos Trillo. Y, naturalmente, las impresionantes (e irreales) mujeres dibujadas por Horacio Altuna que, aún tan vestidas y recatadas como exigía la época -para la edición española el artista se ocupó de alivianarlas bastante de ropa-, eran un estallido de erotismo cotidiano, nada menos que en el diario de mayor tirada del país. La más importante y recordada es, sin dudas, Pampita -cuyo apelativo también mereció una contundente encarnadura actualizada-, una fotógrafa que llegó a ser la novia y el tormento del Loco, en un interminable raid de encuentros y desencuentros.

El éxito de la tira mereció el agregado de una página color quincenal, con el título de Los Grandes Reportajes del Loco Chávez; luego publicados en Skorpio Extra. Y también un intento de serie televisiva en 1978 por canal 11, con Carlos Rotundo como protagonista y Adriana Salgueiro en el rol de Pampita, levantado por la dictadura después de cinco semanas, por el ejemplo nocivo que proyectaba “un mal argentino, que no le hacía caso al jefe y al que le gustaban las mujeres”.

2.jpg

PALABRA DE AUTOR

El Loco Chávez ya había merecido algún recopilatorio hace varios años y luego tuvo su tomo en la Biblioteca de Historieta del diario Clarín. Pero ahora, el propósito -dependiente, como siempre, de muchos más factores que la voluntad de los editores- es una reedición integral de la obra, con algunas modificaciones a la medida de las características del emprendimiento.

La aparición del primer tomo fue una buena oportunidad de Nosotros para volver a dialogar con Carlos Trillo (Cibersix, Alvar Mayor, Fratelli Centobucchi, Martin Holmes), en este caso a través del correo electrónico, y trasladarle, entre otros, algunos de los interrogantes que encabezan esta nota.

-¿Qué significa para vos, hoy por hoy y a más de 20 años vista, el Loco Chávez?

-El loco Chávez fue, junto con Un tal Daneri, mi primera historieta, digamos, de autor. Me acuerdo que el mismo día, en un bar frente a la redacción de la revista Mengano donde trabajaba, aparecieron Altuna y Alberto Breccia para mostrarme los primeros tramos de esas historias; que salieron más o menos contemporáneamente, en 1975. El Loco apareció el día de la muerte de Eva Perón, el 26 de julio del 75 en Clarín.

-¿La reedición toma el mismo formato?

-El formato iba a ser el original, en tiras. Pero como al parecer Altuna no las puede entregar porque las tiene desparramadas entre España y Argentina, o perdidas, hubo que apelar a la adaptación que hice de ese material para Italia. Sobre ese material trabajó nuestro editor.

-¿Hiciste algunos cambios en el contenido?

-Javier Doeyo quiso recuperar, ya que no las tiras, por lo menos los diálogos. ¡¡¡Y eran insoportables!!! Porque como la tira salió de a tres o cuatro cuadritos diarios, las reiteraciones en lo que decían los personajes te hacía rechinar los dientes. Tuve que tomar la versión italiana y corregir tanta redundancia escalofriante. Quedó el espíritu, pues, y se puede leer sin vomitar. El formato tira, por ahí, permitía tanta repetición. Pero al pasar al formato página y leer toda una aventura de un tirón no se podía dejar semejante horror.

-¿Extrañás la práctica de la tira diaria?

-No, no la extraño. Me gustó siempre hacerla, pero no la extraño. Uno se va enganchando con las cosas que está haciendo en el presente y eso te llena bastante la cabeza, me parece. Yo sigo trabajando en el formato semanal con remate, en Página 12 con Clara de Noche y en Genios y Jardín, las revistas para chicos de Clarín. En casi todos los casos tengo a Maicas de coguionista, porque me cuesta mucho rematar en pocos cuadros, vieja deformación profesional de tener espacios largos para llenar.

-Últimamente pudimos ver bastante material tuyo, a través de reediciones o nuevas historias publicadas en Fierro. ¿Va a haber más?

-Además de Marco Mono y El Peregrino de las Estrellas, Fierro incluyó en su colección Continuará -cuatro libros de libros de 96 páginas que arrancó con El Sueñero (Enrique Breccia) y se completará con Ministerio (Barreiro-Solano López) y Rolo, el marciano adoptivo (Oesterheld-Solano López)- una vieja y muy querida historia que hicimos con Mandrafina, El caballero del piñón fijo, junto con una colección de historias mudas que salieron en Superhumor a principios de los “80. Y Puro Cómic, la editorial rosarina que ya sacó Borderline, ahora edita Luna Roja y Yo vampiro, que hicimos con Eduardo Risso (la primera se publicó en Genios y la segunda -parcialmente- en Nippur Magnum, bajo el título de NN).

Abundante material que revela solamente una parte de la prolífica y versátil producción de Trillo. Un lujo que durante mucho tiempo los argentinos nos pudimos dar diariamente, pero que luego -y también durante mucho tiempo- quedó reservado para los europeos.

 

3 EJEMPLOS

COLABORACIONES

Por la cantidad y calidad de sus trabajos conjuntos, Carlos Trillo y Horacio Altuna constituyen una de las principales duplas artísticas de la historieta argentina. Entre ellos se cuentan Las puertitas del Señor López (con versión cinematográfica y recopilada en la Biblioteca Clarín), Merdichesky, la sombría El último recreo y Charlie Moon.

REEDICIONES

La Biblioteca de Historieta Argentina, de Doedytores, arrancó con un volumen de Gilgamesh el Inmortal, de la etapa original de la serie, con guiones de Leo Gioser y dibujos de su creador, Lucho Olivera. Acaba de salir El peregrino de las estrellas, serie de Trillo y Enrique Breccia publicada en Skorpio. En tanto, se completaron los 10 tomos de El Negro Blanco, la tira que dibujó García Seijas. Y Puro Comic, de Rosario, publicará completa Yo vampiro, de Trillo y Risso.

HISTORIAS NUEVAS

Los seguidores de Carlos Trillo están de parabienes, ya que se está publicando bastante de su obra. En la nueva versión de Fierro se pudieron ver, serializadas, la historietas “Trillo y Grillo” (con Oscar Grillo) y la durísima “El síndrome Guastavino” (con Lucas Varela), seleccionada para el festival de Angouleme en Francia. Y también, El Conejo de Alicia, con Domingo Mandrafina.

3.jpg
4.jpg

El Negro Blanco, sucesor de El Loco Chávez en la contratapa de Clarín, y el último recreo.

HISTORIETAS A DIARIO

En un país donde la costumbre de leer historietas ya no está tan extendida como en otras épocas, las tiras constituyen un fenómeno de plena vigencia y total aceptación, y la principal vidriera de difusión masiva a que pueden aspirar los artistas argentinos.

En tal sentido, la irrupción de El Loco Chávez en la contratapa de Clarín vino junto con una reformulación total de ese espacio, hasta entonces dominado por historietas compradas al extranjero. Así llegaron Clemente, Teodoro y Cía, Diógenes y el linyera. Con algunos cambios, ese espacio privilegiado del diario con más tirada del país conserva la misma impronta, que se repite en otros medios masivos, como La Nación. De hecho, la historieta más popular y prestigiosa de nuestro país, Mafalda, era una tira, cuyos recopilatorios hoy son un best-seller obligado en las bibliotecas. En menor escala, similar suerte corrieron Yo, Matías (Sendra), el omnipresente Gaturro (Nik) o el inclasificable Macanudo (de Liniers, que acaba de editar el volumen 6, con las tapas de todos los ejemplares de la primera edición dibujados a mano).

El ensayo Historietas a diario, de Hernán Martignone y Mariano Prunes, indaga en la historia y las características de las tiras de producción nacional, tratando de sentar las bases generales de ese formato y concentrándose luego en algunas creaciones en particular. Además de algunas de las antes nombradas, están las obras de Rep, Maitena, Fontanarrosa y La Nelly, de Langer y Mirá, con una mirada que no excluye el contexto en el que se desarrollaron y aporta claves de lectura desde los movimientos artísticos en que abrevan los autores, y las características de producción.