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Enseñar valores

Dr. Tito L. Rocchetti.

Ciudad.

Señores directores: Educar a los jóvenes en la hora actual es un reto para los padres, el Estado y la comunidad, e involucra inculcarles valores éticos y morales, para formarlos como personas de bien que actúen como tales. Con respecto al proceso educativo público, se advierte que éste se ha preocupado más en proveer conocimientos destinados a formar profesionales capacitados en una disciplina, destinando escaso tiempo a inculcarles tales valores humanos, quizás obligados por el vertiginoso cambio producido por el mundo globalizado, donde el conocimiento y las nuevas herramientas, surgidas de la transformación tecnológica, han roto fronteras, distancia y tiempo. Esto es útil para el desarrollo individual y su entorno -llámese familia, comunidad o país-, pero ha generado también problemas. Ahora en las familias no existe adecuada comunicación interpersonal, porque sus miembros viven enfrascados en su desarrollo y progreso individual y en sus propias actividades. De esto, una importante cuota de responsabilidad le cabe a la computadora personal y a algunos otros productos de la revolución tecnológica, que han modificado la forma de vida de la gente y provocado encierro individual de muchos seres humanos.

Muchas parejas cabezas de familia, debido a las exigencias de la vida moderna, trabajan fuera del hogar un tiempo apreciable y viven acelerados, por lo que a la transmisión de los valores que deben inculcarles a sus hijos desde temprana edad, la realizan en forma insuficiente. El grueso de esa delicada función la cumple el entorno, es decir, la escuela, el medio donde se desenvuelven, el personal doméstico y la TV. Esta última, que ocupa un tiempo valioso de la convivencia familiar, presenta muchos programas que no son precisamente para tomar como modelo.

Este sintético inventario tiene como objetivo llamar la atención sobre la necesidad urgente de adoptar medidas correctivas, para recuperar el terreno perdido. La insuficiencia formativa repercute globalmente sobre la población, que es de donde proceden quienes se desenvuelven en la actividad privada y los que son elegidos para que gobiernen a la comunidad. Por ello es necesario que unos y otros incluyan entre sus prioridades fortalecer el bien común revalorizando en la enseñanza la importancia de los valores éticos y morales con el fin de que, además de técnica y profesionalmente capaces, los educandos se enriquezcan con ellos, los respeten, practiquen y defiendan. Esto debería hacerse en todos los niveles de la enseñanza, fomentando también conciencia de la importancia que esto reviste, para que quienes ocupan funciones públicas o privadas, brinden a la niñez y a la juventud ejemplos a imitar, seguros de que su aporte será invalorable para lograr compartir una sociedad de mejor calidad humana y una convivencia de respeto y consideración mutua.