EDITORIAL

El caso Eluana y la política en Italia

A la declaración más sabia y testimonial sobre el caso de Eluana Englaro -la mujer que durante diecisiete años vivió en estado vegetativo- la pronunció el mítico dirigente democristiano Giulio Andreotti. “El gobierno no debería meterse en una cuestión triste y privada”, dijo quien fuera primer ministro en siete ocasiones, y uno de los grandes y controvertidos dirigentes católicos de Italia, insospechable de ideas izquierdistas o libertarias.

Como es de público dominio, un fallo de la Justicia a través de la Corte de Apelaciones permitió a los padres de la infortunada joven ordenar que se le retirase la sonda que le garantiza hidratación y alimento.

La Iglesia Católica hizo pública su conocida posición en contra de la eutanasia. En tanto, los padres de Eluana, profesionales de la medicina y de diferentes sectores de la cultura y la política, sostuvieron la decisión de suspender la alimentación y “desconectarla”.

A los veinte años, Eluana tuvo un accidente automovilístico y quedó en estado vegetativo. Sus padres, durante diecisiete años, hicieron todos los esfuerzos posibles para recuperar a su hija, hasta que los informes científicos y el tiempo transcurrido los hicieron llegar a la conclusión de que el estado de Eluana era irreversible. “A nuestra hija ya la hemos perdido hace años y la seguimos llorando; hemos hecho lo humanamente posible para recuperarla y ahora hemos llegado a la conclusión de que lo más justo para ella y para todos es que tenga una muerte dulce”, dijeron los padres a la prensa.

El debate público sobre el tema se intensificó cuando el primer ministro Silvio Berlusconi presentó con carácter de urgencia un proyecto de ley que impidiera suspender la alimentación a Eluana. Con su tradicional estilo ruidoso, Berlusconi generó calurosas adhesiones y furibundas críticas, incluidas las de ciertos sectores católicos que entienden que el caso de Eluana no debe ser calificado como eutanasia. Berlusconi, en realidad, no es un político clerical y, mucho menos, alguien subordinado a las estrategias del Vaticano. Por el contrario, es, en el sentido más elemental de la palabra, un personaje cuyas decisiones están siempre condicionadas más por razones de oportunidad política que por motivos ideológicos. En este caso, el debate ha sido para él una excelente oportunidad para diferenciarse del presidente de Italia, Giorgio Napolitano.

El drama de Eluana le ha servido a Berlusconi de pretexto para hacer conocer sus diferencias con la Constitución nacional de Italia y sugerir su reforma. Extrovertido y provocador, no vaciló en calificar a este texto legal como “un engendro soviético” y poner de manifiesto su intención de reducir el poder de los tribunales de Justicia.