EDITORIAL

La tregua propuesta por los dirigentes agropecuarios

Todos los observadores políticos coinciden en reconocer que los dirigentes de las entidades rurales exhibieron una loable dosis de prudencia al decidir postergar las medidas de fuerzas previstas para estos días. Los ruralistas percibieron que la presidenta iba a colocar en un primer plano el drama de Tartagal para confrontarlo con los reclamos del campo, movilizaciones a las que, seguramente, desde el oficialismo se las calificaría como “piquetes de la abundancia”.

Con acierto, el vocero de la Mesa de Enlace habló de tregua, pero se entiende que es una pausa en el marco de una lucha o un conflicto que aún no se ha resuelto. Dicho en otras palabras, significa prepararse, acumular fuerzas o reparar heridas para insistir en los reclamos; hasta se podría decir que se ha dado un paso atrás con la esperanza de luego dar dos adelante.

Consideraciones políticas al margen, lo cierto es que la situación del campo sigue siendo crítica, entre otras cosas porque la economía nacional y las finanzas internacionales están sumergidas en una crisis de duración imprevisible. En el orden interno, a los inmanejables problemas climáticos se suman la caída de los precios en el mercado internacional y el encarecimiento de los insumos. En ese contexto, a nadie le debería extrañar que los dirigentes ruralistas temen no sólo por la situación del presente, sino también por los problemas que se avizoran hacia el futuro.

El oficialismo también debería estar preocupado. Los conflictos que se avecinan anticipan el derrumbe de la economía agropecuaria y ésta afecta de manera decisiva en el funcionamiento global de la economía nacional.

El gobierno insiste en que las retenciones no son un punto negociable porque su suspensión o rebaja tendría un gran impacto fiscal. Pero, lo que el oficialismo no parece percibir es que por el camino de la asfixia económica a la actividad agropecuaria, los resultados van a ser los mismos, con la circunstancia agravante de volver a instalar la conflictividad social.

“Hay que saber con qué recursos se reemplaza la recaudación”, instó Cristina Fernández de Kirchner a la propuesta del gobernador Hermes Binner de suspender las retenciones por 180 días. Sus palabras demuestran que acerca de este tema no hay nada nuevo en las esferas del gobierno. Desde la lógica del poder kirchnerista es muy probable que la suspensión de las retenciones provoque un colapso; pero de lo que se trata en estos casos es de resolver los problemas, aunque la exigencia para ello sea alterar una lógica de acumulación que, a decir verdad, hasta al fecha se ha demostrado ineficaz e inoperante.

El gobierno debe entender que la tregua lanzada por el campo es exactamente eso, una tregua. Con inteligencia y prudencia debería aprovechar estas condiciones para proponer salidas alternativas reales al problema.

Con inteligencia y prudencia se debería aprovechar la tregua para proponer salidas alternativas reales al problema.