Llegan Cartas

País al que aspiramos

 

Dr. Tito L. Rocchetti.

Ciudad

Señores directores: Cuando se alude al país deseado se es consciente que para alcanzarlo el Estado debe jugar un rol fundamental, ya que fue creado precisamente para satisfacer de la mejor manera posible las necesidades y aspiraciones de su pueblo. Al respecto, desde nuestra organización nacional carecemos de un proyecto integral de país, y armar uno que satisfaga esas aspiraciones reclamará esfuerzo, creatividad e imaginación, y por sobre todas las cosas, el compromiso y la voluntad de construirlo, objetivo que a priori en la actualidad parece inalcanzable.

No se deben convalidar actitudes elusivas o abordar la cuestión sólo como tema de discurso pero sin accionar, porque significaría continuar con liderazgos transitorios que, ante la ausencia de un proyecto de país y de políticas de Estado, dan lugar a la dispersión y desaprovechamiento de las energías, capacidades y fuerzas de la nación. Elaborar un proyecto integral de país no será fácil y demandará tiempo, pero es factible avanzar en ese sentido con planes de mediano y largo plazo que cuenten con consenso, porque como dijera un sabio, para resolver una empresa muy difícil habría que dividir la dificultad por partes para que se tornen accesibles.

Hacerlo reclamará que los partidos políticos anuden consensos sobre cuestiones de fondo relativas a los grandes problemas nacionales para traducirlos en adecuadas políticas de Estado y aplicarlas en base de esas coincidencias. Para ello la comunidad y las fuerzas políticas deberían ocuparse de las cuestiones presentes y de corto plazo, y con vocación de estadistas pensar y actuar también con visión de futuro. Armonizar posiciones para alcanzar las citadas coincidencias facilitará que el Estado actúe con visión de futuro. Por la significación de los contenidos de estas políticas merecería que se escucharan también las opiniones de la ciudadanía, a fin de darle vida a los derechos y garantías que se fijaran en la Constitución para regular su desenvolvimiento social y sus relaciones con el Estado.

De ser así sería posible contar con un planeamiento estratégico compartido de proyectos para la grandeza del país y el bienestar de las generaciones presentes y futuras, y dentro de este esquema posible, el partido en turno que le toque la función de gobernar podría ejecutar políticas con esos acuerdos programáticos para que existieran coincidencias de base y las discusiones se centraran en detalles y en los cursos de acción necesarios para implementarlas. Por tal razón resultaría auspicioso que desde ya se propiciaran tales consensos para lograr las necesarias políticas de Estado, elaboradas por partidos políticos fuertes, democráticos y representativos de la voluntad popular a fin de que la reforma del Estado sea factible de alcanzar en forma consensuada y progresiva.